CAPÍTULO DOS. HACIA LA FUENTE DEL FUEGO BLANCO Poco antes de que las Guerreras Mágicas lleguen al suelo, tres caballos alados las rescatan. Los tres son maravillosamente blancos, pero uno tiene los ojos castaños (tirando a rojizos, es el de Lucy), otro los tiene azules (el de Marina) y el tercero, verdes (es el de Anaís, obviamente); los arreos de los tres (montura, freno, brida, etc.) son blancos con dorado. -¡Guau! Esto es fantástico! -ríe Lucy. -Yo nunca había montado a caballo -comenta Anaís. Marina acaricia el cuello de su corcel. -¿Vamos hacia el castillo? -le pregunta. El caballo alado relincha y asiente. Pocos minutos después, han llegado al castillo y encuentran a Lantiz y Paris, que han salido a recibirlas. Lucy y Anaís corren a abrazarlos, pero Marina se acerca despacio, llevando a su caballo por la brida. -Bienvenidas, Guerreras Mágicas. Esperamos que estos corceles sean de su agrado -dice Lantiz con una gran sonrisa. -¡Son maravillosos! -De verdad que sí. -No recuerdo haber visto nada tan hermoso. Paris sonríe y hace una reverencia. -No se habían dejado montar por nadie y no sabíamos siquiera si estaban amansados o no, pero parece que Clef tenía razón: acudieron tan pronto como ustedes entraron en Céfiro y no hubo nada que pudiera detenerlos. -¿Ah? -ninguna de las tres entiende aquello. -Lo que Paris trata de decir es que los caballos no han permitido que nadie los toque desde que están aquí y, aunque estaban reservados para ustedes, no estábamos seguros de fueran a estar a la altura de su propósito -aclara Lantiz. -¿Son nuestros? -pregunta Lucy. -Sí, GuruClef los consiguió para ustedes. Él estaba seguro de que las Guerreras Mágicas regresarían tarde o temprano y pensó que los corceles les serían más útiles que un pez volador. Aún no tienen nombres, él dijo que ustedes deberían elegirlos. -Es un regalo encantador -dice Anaís -No me imagino cómo podría pagárselo -murmura Lucy. -¿Dónde está GuruClef? -pregunta Marina. Latis y Paris se ven incómodos con la pregunta de Marina, se miran el uno al otro y no se atreven a responder. Las Guerreras Mágicas dejan de sonreír. Cinco minutos después, Marina entra corriendo en la habitación de GuruClef, los demás han tratado de alcanzarla, pero ella ha sido más rápida. Se detiene a pocos pasos de la cama, Ascot y Caldina están ahí, con cara de preocupación. -¡¡Marina!! -grita Ascot, como si Marina viniera llegando desde el fin del mundo (o desde otro universo). -¿Cuándo llegaste, querida? -pregunta Caldina, como si Marina acabara de volver de dar la vuelta a la cuadra. Marina ni siquiera parece notarlos, ha visto a Clef y está como paralizada. Él está acostado, con las manos cruzadas sobre el pecho; en la mesita de noche están el anillo, con la piedra negra, y tres fragmentos de la tiara, uno de ellos manchado con sangre. -¿GuruClef? -pregunta ella, con voz insegura. Avanza un poco, se deja caer de rodillas y pone sus manos sobre las de Clef, al mismo tiempo, empieza a llorar. -Sus manos... están heladas, como en mi sueño. Lucy, Anaís, Paris y Lantiz llegan entonces. -Marina... -dice Anaís. -Chicas,... él... él está... -solloza Marina. En ese momento, Clef suspira y murmura "no, no" sin despertar. -Quejándose en sueños -dice Ascot. -¿Qué? -Marina está empezando a sentirse ligeramente ridícula. Ascot se cruza de brazos, está molesto (aunque trata de disimularlo) porque Marina no lo ha saludado siquiera. -Sabíamos que no se encontraba bien, pero no teníamos idea de lo grave que era el asunto. Cuando todo estalló, lo encontramos inconciente, despertó enseguida y sólo decía incoherencias. Sé que lleva más de siete días sin dormir, y he usado todo lo que yo sabía y todo lo que él me ha enseñado, y no consigo darle un sueño tranquilo. Tuve que obligarlo a beber la pócima, pero ahora estoy arrepentido: aunque pude hacerlo dormir, se queja en sueños, las pesadillas continúan y él despertará más agotado que cuando se durmió. -La culpa no es tuya, su problema no es el insomnio sino las pesadillas. Y las pócimas para dormir no lo ayudan porque lo único que consiguen es impedirle despertar cuando tiene ese mal sueño -suspira Caldina. -¿Qué es lo que pasa? -pregunta Lucy. -Cuando notamos que se sentía mal, le pedimos a Presea que hablara con él. Ahora Presea ha desaparecido y GuruClef está enfermo. Alguien debe haberlos atacado -contesta Paris. -¿No saben nada más? -dice Anaís. -Creo que GuruClef luchó contra alguien más poderoso que él. -dice Lantiz -Pero él es el mago más poderoso de Céfiro -dice Marina. -Sin embargo, alguien rompió su bastón y su tiara y oscureció su anillo. En todo caso, no sabremos lo que pasó hasta que él pueda decírnoslo -replica Ascot. Marina acaricia las manos de Clef, sin advertir la mirada de Ascot. Lucy y Anaís sí imaginan lo que puede estar pasando por la mente del joven mago, pero no hay cómo advertirle a su amiga. -Nosotras tuvimos sueños extraños anoche, pero nada como esto -dice Anaís. -¿Ustedes también? -¿Qué fue lo que soñaron? -Todos estábamos en una fiesta, en un salón inmenso, bellísimo; yo me sentía muy feliz. De pronto llegó Caldina con una botella de vino y una copa de oro... -dice Lucy -¿¿Yo?? ¡Oh, sí, fui yo! -Sí. Dijiste, quiero decir, en el sueño dijiste que el vino era un regalo de Tata y Tatra y que querías que lo bebiéramos de acuerdo con la costumbre de Cizeta, para que siempre fuéramos amigos. Teníamos que beber todos por turno de la misma copa, un trago por cada turno, hasta que agotáramos el contenido de la botella, y el vino tenía una magia especial, que obligaba a quien lo bebiera a decir lo que sentía por cada una de las personas que hubieran bebido de la misma copa. -Oh, sí, por supuesto, así es como funciona el pacto de amistad en Cizeta. -A mí me pareció divertido, pero a la vez me daba un poco de miedo, no estaba segura de querer saber todo lo que sentían los demás, o decir yo todo lo que sentía -interviene Anaís. -GuruClef no quería. Dijo que, si insistías, él brindaría con agua y te diría la verdad de sus sentimientos, jurando por su palabra de honor y su anillo de mago, pero que hacerlo bajo el efecto de algo que no pudiéramos controlar no le parecía una buena idea -dice Marina. -Y yo le dije: "Pero es así como se hace en Cizeta y nadie ha salido lastimado hasta ahora. Además, Tata y Tatra se ofenderán si no lo hacemos". Recuerdo eso, pero fue ahí cuando me desperté. ¡Lástima! Me hubiera gustado... tendremos que hacerlo alguna vez -añade Caldina. -Había más en el sueño. Caldina nos convenció a todos y empezamos con la ceremonia. Recuerdo el primer trago, y nada más -dice Lucy. -No llegamos a terminar la botella, al segundo trago, todos estábamos riéndonos como tontos y decíamos muchas cosas, que creo que no habríamos dicho de haber estado sobrios -dice Anaís. Anaís, Paris, Latis, Marina y Ascot se sonrojan al recordar esa parte; Caldina los mira con aire sospechoso. -En que en eso consiste la ceremonia. Cuando has terminado de decir todo lo que sientes de verdad, y haber escuchado lo de los demás, nunca se deja de ser amigos, aunque sólo sea por evitar que los demás cuenten lo que dijiste... y, a propósito, ¿recuerdas algo?, como lo que dijo Ráfaga de mí, por ejemplo -explica, dándose aires de experta. -Creo que no debería decirlo, después de todo, fue un sueño -dice Anaís. Caldina luce decepcionada. -Recuerdo lo que yo dije, y a quién se lo dije -Ascot tiene la mirada fija en Marina-, luego deseaba poder matar a la persona que llegó con ese vino. -Hablamos mucho, creo... Sólo recuerdo lo que dijeron Lucy y Anaís, y lo que hablé con GuruClef, luego, yo despertaba, y GuruClef estaba muerto.... -dice Marina. -Qué curioso, en mi sueño eras tú quien había muerto. Y tuve miedo de haber sido yo el asesino. Escuchar a Clef hablando es tan inesperado como para sobresaltarlos a todos. -¿Hace cuánto que estás despierto? -pregunta Marina. -Lo suficiente como para enterarme de lo que soñaron ustedes. Recuerdo lo del vino, pero no lo que pasó después del primer trago, hasta que desperté en mi habitación y supe que tú estabas muerta. -En mi sueño estabamos a la sombra de un árbol con flores blancas. Clef hace un gesto de extrañeza. -¿Blancas? ¿Estás segura? Marina asiente. -Sólo hay un árbol en Céfiro que dé flores blancas. Pero está en... en... -Clef frunce el ceño y al final no dice nada, como si no pudiera recordar dónde está el árbol en cuestión. -GuruClef, ¿qué sucedió con Presea? -interviene Lantiz. -La persona con la que estaba ayer era Lisand -Clef ha tenido que hacer un gran esfuerzo para decir eso y no agrega nada más por puro agotamiento. -Me lo temía. Alertaré a los guardias. Lantiz se precipita hacia la puerta, Clef hace un ademán para detenerlo (aunque no emite ningún sonido) y Lantiz se detiene y regresa, como si lo hubiera visto. -Es más poderosa que antes, como si alguien la apoyara. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez? Creo que tú y Zagato tenían razón entonces. Traté de enviarla lejos de nuevo, pero puede estar en cualquier parte. Lantiz asiente. -Algunas pesadillas continúan aún después de despertar... ¿Qué crees que opine el Espíritu de Céfiro acerca de esto? La cara de Clef se ensombrece. -Tú lo conoces, deseará lo mejor, pero se preparará para lo peor. Lantiz se marcha y Lucy corre detrás de él. Ascot se dirige a Clef. -Ahora que estás más tranquilo, creo que deberías dormir. -No creo que tenga otra opción -Clef mira de reojo la mesa donde todavía está un vaso con el resto de la pócima que preparó Ascot-, serías capaz de hacerme beber otra dosis de ese líquido infernal, creo. -Eso puedes jurarlo. -Quédate tranquilo, me portaré bien. Finalmente, Ascot sonríe y todos dejan la habitación. Tan pronto como ha salido el último, Clef se levanta pone llave a la puerta, se baña rápidamente y se viste, pero no con su ropa habitual, sino con una camisa negra de manga larga y un pantalón también negro. Luego de envolver el anillo y los trozos de la tiara en una tela blanca, los mete dentro de una bolsa de viaje junto con algunas otras cosas. Está terminando cuando alguien lo interrumpe. -Creí que estarías durmiendo. Es la voz de Marina a sus espaldas. Clef acomoda su equipaje, cierra la bolsa y se vuelve lentamente. -No escuché abrirse la puerta -dice, muy serio. -¿No? Ella mira hacia la puerta; desde donde están, es posible ver que todavía está con llave. Una gota de sudor aparece en la frente de Marina, no había tomado en cuenta ese detalle. -¿A quién pretendes engañar, Lisand? -¿"Engañar"? -responde ella, con voz dulce y aspecto ofendido-. Sólo quería hacer realidad un sueño, el de Marina. Siempre con la apariencia de la Guerrera Mágica, Lisand saca un puñal y se lo muestra; la empuñadura es de oro y tiene el emblema de Zeres hecho con zafiros, diamantes y aguamarinas. -Hice esto especialmente para tu corazón, con la marca de Marina, pensé que te gustaría morir por "su" mano. -Al parecer, crees que yo no voy a defenderme. -¿Cómo? Sin tus objetos mágicos no puedes usar ninguno de tus poderes, ni siquiera puedes cambiar tu edad, excepto para volver a la verdadera, y un anciano de setecientos cincuenta años tiene tan pocas oportunidades de defenderse como un niño de diez. -Setecientos cuarenta y siete -corrige Clef. Lisand no lo escucha, puñal en mano se lanza contra él. -¡Pa... púuu!! Nikona se interpone entre ambos y la hoja afilada se dobla contra el cuerpecito esponjoso de la criatura. Lisand se queda mirando, incrédula, a Nikona, que se frota la barriguita con expresión dolorida. -¡Oh, rayos! -exclama la muchacha y desaparece. -¿Estás bien, Nikona? -¡Pa-pa! ¿Pa-pu-poaa-pa? -Sí, tienes razón. Lantiz reparte órdenes rápida y eficientemente. Lucy lo sigue (unos tres pasos atrás); cuando Lantiz termina de despachar a los guardias, se da vuelta repentinamente y se salva de pisarla por un milagro de equilibrio. -¡Lucy! -¡Huy! -Lo siento, no vi que estabas conmigo. Justo mientras lo está diciendo, Lantiz se da cuenta de que es un comentario poco afortunado, Lucy se siente insignificante. -No quería molestarte... -¡No quise decir eso! Lantiz se inclina hasta que los ojos de ambos quedan casi al mismo nivel. -No tengo palabras para expresar lo feliz que me hace el que estés aquí. -Gracias, Lantiz. Él sonríe y le roba un beso. Hay mucha actividad en el castillo, la gente va y viene con prisa, pero muchos se detienen para contemplar a la pareja que camina, tomados de la mano, hacia el salón principal. Lucy está muy feliz, pero de pronto recuerda el problema que la llevó a Céfiro esta vez. -¿Lantiz? ¿Quién es Lisand? -La hermana gemela de Presea, una persona muy odiada en Céfiro; por su causa murió la princesa Violeta, el Pilar anterior a la princesa Esmeralda. Lucy se detiene en seco. -Creí que nadie de Céfiro podía asesinar al Pilar. -No lo hizo con sus propias manos. De alguna manera la convenció para que desafiara al Espíritu de Céfiro. -"Eso"... ¿es como los genios? -No, es el alma de este planeta. Los genios y toda la magia de Céfiro provienen de él. -¡Vaya! -Lisand y GuruClef eran los consejeros de Violeta. No sabemos por qué Lisand llegó a odiarla, pero se aprovechó de su confianza e hizo que la princesa intentara... Verás, Lucy, el Pilar de Céfiro no tenía más poder que el que el Espíritu le concediera, y la princesa intentó cruzar el Fuego Blanco para obtener el poder absoluto. El Fuego Blanco la destruyó. -¿Y qué pasó con Lisand? -GuruClef tuvo que asumir el gobierno de Céfiro hasta encontrar al siguiente Pilar. Muchos querían que Lisand muriera, pero GuruClef intercedió por ella ante Esmeralda y sólo fue desterrada. -Y cuando GuruClef dijo que tú tenías la razón, ¿a qué se refería? Lantiz desvía la mirada, con pesar. -Zagato y yo le dijimos que debía matarla o asegurarse de que no volviera nunca; como trató de enviarla lejos de nuevo, me imagino que se refería a eso último. Lucy apoya la cabeza en el brazo de Lantiz. -No puedo creer que sea una mala persona... Me ayudó a recuperar mi espada; sin su ayuda, nunca hubiera podido enfrentar a Demoner. -GuruClef dijo entonces que ella no es responsable de sus actos. -¿Quieres decir que está loca? -Él dijo... "alienada". -¡Cielos! Tal vez sea un sinónimo. -No lo sé. -¿No hay enfermos mentales en Céfiro? -pregunta Anaís. -¿"Enfermos mentales"? -Lantiz queda desconcertado. -Supongo que no -dice Anaís, ajustándose los anteojos, el Pilar probablemente se encargaba de eso, y Lisand es un caso aislado. -¿Estabas escuchando? -dice Lucy. -Sólo lo de Lisand. ¡De cosas de enamorados no sé nada! -Ah... ¿QUÉEE?? Lucy persigue a Marina con no muy buenas intenciones y ésta termina refugiándose detrás de Paris. -¡Eh! -dice él-. ¡Tranquilas, chicas! ¡Van a lastimar a alguien! ¡Por ejemplo, a mí! -Es suficiente, Lucy, Anaís no hizo nada malo -señala Lantiz. -Está bien, pero que conste que te perdono sólo porque Lantiz te perdonó. -¡Y porque no pudiste alcanzarme! -responde Anaís. Eso ocasiona otra persecusión. Deslizándose como una sombra, Clef llega hasta los establos. Reparte algo de azúcar entre los caballos de las Guerreras Mágicas y Tempestad (el caballo de Lantiz) antes de dirigirse al último compartimiento. Un caballo gris con una estrella blanca en la frente parece estar aguardándolo. -Buenas tardes, Soberano. -Buenas tardes, C.C. -responde el caballo-. Luces como un niño que huye de su casa. -"Huir" no es la palabra que yo emplearía. -A veces usamos otras palabras para suavizar las que son más afiladas. Como decir "limpieza étnica" en lugar de "exterminio". Y tú tienes una cara de culpabilidad que bastaría para condenarte ante cualquier jurado. -Qué duro eres. -No hay de qué, sabes que estoy para eso. Tú mismo dijiste una vez que soy más tu conciencia que tu transporte. ¿A dónde iremos, C.C.? Clef está terminando de ajustarle la montura. -A la fuente del Fuego Blanco. Soberano silba, algo difícil de hacer para un caballo. -Me equivoqué, no estás huyendo: estás ahorrándole trabajo a tu enemigo. ¿Dejaste una nota de suicidio o algo, por lo menos? -Algo así. -C.C., estás buscándote problemas. -Yo diría que los problemas han estado buscándome a mí desde que el primer pilar tomó posesión de la corona, y por fin me alcanzaron. Es algo que tenía que suceder. Cuando Clef y Soberano se han marchado, los caballos alados y el caballo negro se miran entre ellos. -¿Deberíamos avisarle a alguien? -pregunta el caballo de Lucy. -Conoces las leyes -dice el de Anaís-, no podemos hablar con ningún humano hasta que las amas nos pongan nombre. -¿Y tú, Tempestad? ¿No puedes avisarle a Lantiz? -pregunta el de Marina. Tempestad sacude la cabeza. -No hará falta. No se llevó a Nikona, así que los amos se enterarán enseguida. Además, Soberano está con él. -¿Así que Pre... Lisand regresó para vengarse de GuruClef? -pregunta Caldina, una vez que ella, Ráfaga, Marina, Anaís, Paris y Ascot han sido puestos en antecedentes. -En todo caso, parece ser que Clef es el único que corre algún peligro -dice Ascot. -¿Te parece poco? -dice Marina, con cara de pocos amigos, Ascot finge no verla. -Hay mucha gente buscando a Lisand en este momento, si todavía está en Céfiro, la encontraremos -dice Lantiz para tranquilizarla. Nikona llega en ese momento. -¡Paaa-pa! -¡Nikona! -grita Lucy y corre a abrazarla, pero Nikona, muy seria, le presenta el puñal-. ¿Qué es esto? Nikona habla largo y tendido relatando el incidente con Lisand, Lucy traduce para los demás. -¡No puedo creer que se haya ido solo! -exclama Paris, dándole un puñetazo a una pared-. ¿A dónde se fue? -Nikona dice que le prohibió decirlo y que no lo dirá. -Pa-pa-paaa... -Y que nada de lo que hagamos o digamos, aún las peores torturas... -Pa-pa-pa-pa-pa... -Todo sería insuficiente para hacerla traicionar su confianza. -¡Oh, Nikona! -dice Anaís. -Pa-pa-paaaa-pa. -Así que no nos dirá que está en camino a la fuente del Fuego Blanco, y es mejor que no insistamos, porque no se dejará convencer. -¡No puede hacer eso! -exclama Ráfaga-. ¡Nadie ha sobrevivido al Fuego Blanco! -Nikona -dice Marina-, ¿sabes dónde está la fuente del Fuego Blanco? -¡Pa-pa! -Dice que sí. -¡Vamos, entonces! ¡Chicas, si nos apresuramos, tal vez podamos alcanzarlo! -dice Marina. Lucy y Anaís asienten; minutos más tarde, los tres caballos alados parten hacia el este, llevando a las Guerreras Mágicas. Lantiz y Tempestad los siguen desde tierra. -Espero que no se mentan en problemas demasiado grandes -dice Lantiz. -Cuando el Mago Real de Céfiro sale a buscar problemas, se puede tener por seguro que los encontrará; y ninguno será pequeño. Las Guerreras Mágicas no imaginan siguiera a lo que se enfrentan -dice Tempestad. -¿Sabes algo al respecto? -Soy una criatura mágica de Céfiro, amo. Puedo, como todos los de mi clase, sentir al Espíritu. Hay confusión y dolor en este planeta; una herida fue abierta hace mucho tiempo y nunca sanó del todo. Hoy, Lisand se ha complacido echándole sal. Pero escucho al viento decir que el mayor peligro no es Lisand, sino el poder que la trajo de vuelta. -¿Qué poder es ése, amigo? Tempestad escucha un rato, antes de responder: -Céfiro lo sabe, pero no lo dice. Ese nombre jamás se ha pronunciado en este mundo, aunque existe en la memoria de su Espíritu. Continuará...