CAPÍTULO CINCO. SARIS. ALCEA. MIRANIA 

Guruclef contempla el Fuego, grandes llamaradas rojas y blancas luchan entre sí sin mezclarse en ningún momento. Entonces suspira, ha permanecido indeciso demasiado tiempo.

-Es un paso demasiado grande. Podrías olvidarte de todo ahora mismo y morir tranquilo. Pero seguir viviendo es un asunto difícil,... si lo sabré yo...

Clef voltea sorprendido y descubre con asombro a un joven que lo mira de una manera extrañamente seria. Con desesperación, Clef comprende que ha sido reconocido sin lugar a dudas, de nada le valdrán esta vez las evasivas, así que no le queda más remedio que enfrentarlo.

-¿¡¿Qué haces tú aquí?!? ¡¡Se supone que no debes acercarte a este lugar!!

El joven baja la vista unos instantes, pero luego mira al mago a los ojos con tanta determinación que lo hace retroceder involuntariamente.

-Sabía que vendrías aquí tarde o temprano y he estado esperándote. Mientras tanto, he visto cómo se derrumbaba todo, he podido ver al Vala Céfiro destruyéndose a sí mismo y he podido darme cuenta de que no somos tan diferentes después de todo. Si lo hubiera sabido antes, muchas cosas no habrían pasado.

La risa amarga del muchacho irrita a Clef, que le contesta con tanta o más amargura.

-Lo que sea que acabas de averiguar, yo no lo sabía. Y no habría cambiado nada. La mayor estupidez que se cometió alguna vez en este planeta fue hacerle caso a los que pedían un Pilar para Céfiro y nada podría haber cambiado las cosas, excepto no haber creado el Pilar ni la Base, y entonces... ¡Entonces habría pasado esto mismo, sólo que antes!

-Nada de lo que digas podrá disculparte.

-¡No me estoy disculpando! Desde que fui creado, he dado mi mejor esfuerzo, he hecho lo mejor para Céfiro aún a costa de... de...

La voz de Guruclef va extinguiéndose a medida que toma conciencia de que el muchacho tiene razón en parte. Finalmente, se queda callado, pero con una expresión que le anuncia al otro con toda claridad que morirá ahí mismo antes que dar su brazo a torcer.

-Quiero ayudar -dice el joven, luego de una incómoda pausa.

-De ninguna manera.

-Pudiste pedirle ayuda a las Guerreras Mágicas... ¿Por qué a mí no?

-Tu caso es distinto.

-Escoger si vivo o muero es uno de mis derechos.

-No. No cuando este planeta es mi responsabilidad.

La discusión se prolonga más, pero Clef ya ha tomado una decisión, tal vez equivocada pero que, como tantas otras, es irrevocable. Un segundo antes de que Guruclef entre al Fuego, el joven ya no se encuentra ahí y todo recuerdo de su existencia y de cualquier cosa que se relacione con él ha sido borrada de la memoria del mago.

En el momento de enfrentarse a las fuerzas mágicas y naturales en combate, Clef tiene la impresión de que algo no está bien del todo, pero no logra recordar qué era lo que lo tenía tan angustiado un momento antes.

*** 

-Hemos llegado -anuncia Zagato, con voz solemne.

Es un lugar asombroso, una montaña completamente cristalizada. Atrapados dentro de los cristales hay una enorme cantidad de seres de todas clases, desde insectos hasta genios.

-Aquí están los enemigos de Céfiro -dice Nova.

-¿Todos ellos ayudaron a Imadia contra Esmeralda? -se asombra Anaís.

-No. Aquí están todos los que cometieron crímenes contra nuestro mundo, desde el principio de la historia. Hum... creo que esas tres estaban por aquí...

Zagato se adelanta con Marina, Anaís, Nikona y Presea. Lucy se detiene delante de una de las figuras conservadas en cristal. Es una bella joven, de largo y rizado cabello castaño, que empuña una espada rota como si estuviera dispuesta a seguir luchando a pesar de todo.

-¿Quién es ella, Nova?

-Era Violeta.

-Es... era muy bonita -"¿Está muerta? Parece que estuviera dormida..."

-Era una gran guerrera. El propio Céfiro luchó contra ella en su última batalla, cuando el Fuego Blanco había consumido su alma completamente, y ella estuvo a punto de ganar.

-Cielos... Un momento... ¿Ella luchó contra...?

-¡¡Lucy!! ¡Por aquí!

Los demás están frente a tres cristales, dentro de los cuales están tres muchachas que parecen ser de la misma edad que las Guerreras Mágicas. Las tres se ven idénticas, están vestidas y peinadas igual (armaduras azules, trajes negros muy ceñidos al cuerpo, botas y guantes blancos), pero tienen el cabello en distintos tonos de morado.

-Parecen Guerreras Mágicas -dice Lucy.

-Son devas, una clase de genios -dice Nova.

-Pero... sólo son niñas... -dice Presea.

-Pueden asumir cualquier forma que deseen.

-Ooh.

-¿Y cómo vamos a sacarlas de ahí? -pregunta Anaís.

-¿Nova? -pregunta Zagato.

Nova mira hacia arriba.

-¿Céfiro? -pregunta Nova.

-Las espadas -indica el Espíritu de Céfiro-, cada una toque un cristal con su espada... y llámenles por sus nombres. Saris, Alcea, Mirania.

Las Guerreras Mágicas obedecen.

-¡¡Saris!! -dice Lucy.

-¡¡Alcea!! -dice Marina.

-¡¡Mirania!! -dice Anaís.

Los cristales estallan violentamente. Las tres devas abren los ojos, parpadean un poco y contemplan a las guerreras mágicas, que todavía están apuntándoles con las espadas. La situación se prolonga unos segundos... hasta que las devas empiezan a reírse.

-¡Céfiro! ¿Esto es lo mejor que pudiste conseguir? -dice una.

-¿Qué vamos a hacer con ellas? ¿Jugar a las muñecas? -dice otra.

-¡Creo que no! ¡Podríamos romperlas! -dice la tercera.

-Esto no es gracioso -protesta Marina.

-¡Ooooy, se enojó la pequeñita...!

La guerrera mágica mira hacia el cielo (parece que medio mundo hace lo mismo cuando quiere hablar con Céfiro, ¿por qué será?) y grita con fuerza:

-¡¿¡Estás burlándote de nosotras tres o sólo de mí!?!

El cielo se oscurece repentinamente, la temperatura baja muucho y muy rápido, empiezan a caer copos de nieve por un lado y, por el otro, se ve una tormenta eléctrica, además, el suelo empieza a cubrirse de escarcha.

-¡Devas! ¡Genios rebeldes! -truena la voz de Céfiro-. ¡¡Estarán al servicio de las Guerreras Mágicas o serán relegadas de nuevo al olvido!! ¡¡¡Elijan ahora!!!

Las tres devas no dan señal de sentirse impresionadas.

-Si enviaste a estas muñequitas a liberarnos, es porque nos necesitas -dice Mirania, encogiéndose de hombros-. ¿A qué le temes tanto como para que tengas que acudir a nosotras?

Ahora el cielo está completamente negro y el aliento de todos se congela en forma de pequeñas nubes.

-Escuchen, antes de que nos convirtamos en cubitos de hielo -dice Anaís, en todo conciliador-, necesitamos ayuda. Somos Guerreras Mágicas, pero hemos perdido contacto con nuestros genios, así que necesitamos que alguien los reemplace mientras Guruclef reconstruye sus objetos mágicos y consigue estabilizar la magia de Céfiro. Nos han dicho que ustedes pueden ser nuestros genios mientras tanto.

-¿La magia de Céfiro... inestable? -dice Saris, con aire de preocupación-. Eso sólo podría pasar si el Fuego Blanco se hubiera desbocado... ¿Cómo pudo permitir Clef algo así?

-No fue su culpa -dice Marina inmediatamente.

-Sí lo fue -el Espíritu de Céfiro se escucha algo avergonzado-. Y es algo que yo debí haber previsto. Sin el Pilar de Céfiro, la Base no puede mantener el equilibrio del mundo natural y el mundo mágico en forma indefinida.

-¿Sin el Pilar? -exclaman las devas.

-El sistema del Pilar fue eliminado, pero la Base quedó...

-¡¡Pero qué estúpido!!

Extrañamente, Céfiro no contesta a eso.

-¿Y para qué quieres Guerreras Mágicas y genios que combatan con ellas? No necesitas ni lo uno ni lo otro para arreglar las cosas.

-Notus está tratando de escapar de la luna negra.

-Me parece excelente -dice Mirania con una gran sonrisa-. Iré a ofrecerle mis servicios. Él sí sabe apreciar a una deva con talento para la destrucción.

-... Y está tratando de liberar a Melkor -concluye Céfiro.

Las devas se ponen pálidas, su actitud cambia repentinamente.

-¿M-Melkor? ¿Dijiste "Melkor"? -pregunta Alcea.

-Pues sí, creo que eso dije ¿por qué? ¿Quieres ir a ofrecerle tus servicios a él? -el cielo se está aclarando y el día luce radiante.

Saris se frota los brazos como si de repente (y justo cuando ya está brillando el sol) le hubiera entrado frío. Mira a sus hermanas, consultando su opinión con la mirada, ambas miran en otra dirección, no se atreven a opinar. Finalmente, Mirania suspira, contempla a las Guerreras Mágicas, se acerca a Lucy y le tiende la mano derecha.

-Hola, mi nombre es Mirania, parece que voy a ser tu daeva por algún tiempo.

-Encantada, yo soy Lucy.

Mientras Lucy estrecha la mano de Mirania, Saris se acerca a Anaís y le da una palmada en el hombro.

-Me llamo Saris y seré tu deva, hasta que las cosas mejoren.

-Mucho gusto, Saris, yo me llamo Anaís.

Alcea hace un gesto de niña mimada y se niega presentarse con Marina, pero las otras dos la fulminan con la mirada y no tiene más remedio que volverse hacia la Guerrera Mágica.

-Yo soy Alcea. Trabajaré contigo, si es que no hay más remedio.

-Bien, pues yo soy Marina y tampoco me alegro de verte, pero supongo que una deva es mejor que nada.

Alcea sonríe, de alguna manera, su Guerrera Mágica temporal empieza a simpatizarle.

-Si ya terminaron con las ceremonias -interviene Céfiro-, creo que es mejor que vuelvan al castillo. Las necesitan ahí.

-No se te quita lo mandón, muchacho -protesta Alcea.

Las devas se alejan un poco y, sin previo aviso, se transforman en gigantescos robots. En su nueva forma, las tres son iguales entre sí, excepto por el color: Saris es verde con negro, Mirania es roja con negro y Alcea es azul con negro. Son más estilizadas que Zeres, Windom y Rayearth y las tres tienen alas cristalinas, como las de Primavera. Cada una tiene en el pecho una joya blanca, cortada en muchas facetas, como un enorme diamente.

Antes de que puedan terminar de sorprenderse, las Guerreras Mágicas son transportadas dentro de las devas. Esta vez su ropa no cambia, pero están dentro de los diamantes.

-¡Cuando gusten!

-¿Pues qué esperamos?

Inmediatamente, las devas vuelan en dirección al castillo, a una velocidad fantástica. Zagato, Presea y Nova las contemplan alejarse.

-Zagato -dice Céfiro en un murmullo-.  Aún puedes ayudarlas. Notus domina la voluntad de Lisand, pero si tú y Presea logran ayudarla, Notus ya no tendrá aliados de este lado de la realidad.

-No tengo por qué ayudarte. Arruinaste mi vida, ¿sabías?

-Soy culpable de muchas cosas, pero no de todas. Yo no te pedí que te enamoraras de Esmeralda.

-No me refiero a eso -responde Zagato, frunciendo el ceño-. ¿Se te olvidó de lo que estoy hablando?

Céfiro calla por unos segundos, la ironía en la voz de Zagato lo ha tomado por sorpresa.

-¿Qué es lo que quieres que recuerde?

Es entonces cuando el joven comprende que el Espíritu realmente no sabe de qué le está hablando.

-Fue algo que pasó hace mucho tiempo. Céfiro, si Notus puede usar su poder aún estando prisionero... ¿qué pasó con la dama de la luna?

-No hay ninguna dama en la luna.

-Eso era lo que temía escuchar... -Zagato mira hacia la dirección por donde han desaparecido las Guerreras Mágicas-. Dime qué quieres que haga y lo haré... Pero que conste que no lo hago por ti, sino por ella. Ella nunca dejó de confiar en ti.

-Gracias, Zagato.

Presea, que ha asistido a todo eso en silencio, se prepara para acompañarlo.

Al aproximarse al castillo, las Guerreras Mágicas descubren a Zeres, Windom y Rayearth junto con otro genio, los cuatro luchando contra los balrogs. Los genios de Céfiro se mueven con torpeza y lentitud, sus ataques son débiles y es evidente que no podrán mantener el ritmo por mucho tiempo, necesitan con desesperación la ayuda de sus guías.

Mirania silba admirativamente.

-¡Esto sí que parece un reto, muchachas!

Al acercarse más, Lucy descubre una figura humana de pie sobro el hombro del cuarto genio.

-¡Es Lantiz! -exclama ella, en efecto, Lantiz, que tampoco puede unirse a su genio, está tratando de dirigir desde ahí la defensa del castillo.

Un tentáculo de uno de los balrogs hace perder el equilibrio a Tonar, el Genio de Lantiz y éste, aunque trata desesperadamente de sujetarse de algo, resbala y cae... en las manos de Mirania.

-Cielos -dice la deva con coquetería-, si hubiera sabido que hoy iban a llover muchachos guapos, me habría arreglado mejor...

-¿Qué... qué eres tú?

-Es una deva -dice Lucy-. Está de nuestro lado, creo...

-¿Lucy? ¿Estás bien?

-Yo sí, ¿y tú?

-Tanto como puede esperarse...

Mirania devuelve a Lantiz a su sitio en el hombro de Tonar.

-¡Vamos! ¡No podemos permitir que nos venzan! -grita Lucy.

-¡Qué fácil lo dices! -gime Mirania.

Un tentáculo sujeta a la deva roja, toma impulso y la lanza, haciendo que se estrelle contra el castillo; una de las torres se derrumba y arrastra consigo parte de las otras.

-¡Oh, Dios mío! -exclama Lucy.

-¡Ídem! -dice Mirania, esforzándose por salir de entre los escombros-. Parece ser que tenemos que movernos más rápido.

-¡Qué no daría por poder usar mi dragón de agua! -dice Marina.

-¿Y por qué no lo haces? -pregunta Alcea.

Los tentáculos del segundo balrog las han atrapado y ejercen presión lentamente.

-¡Porque no tengo mis poderes!

-¡Entonces, usa algún hechizo!

-¡No conozco ninguno!

-¡Yo sé muchos, pero no serviría de nada, tiene que decirlos mi guía para que funcionen!

-¡¡Díctame uno!!

-¿Dictar?... ¡Oye, pero qué buena idea! ¡Repite después de mí: "Ecos sin sonido / de la Canción anterior al tiempo. / Que el agua, fuente de vida, / muestre su don secreto / y arrastre lejos con sus ondas / este poder maléfico"!

Tan pronto como Marina pronuncia la última palabra, añade además un chillido (mitad sorpresa y mitad espanto), al ver que el cuerpo de la deva se vuelve líquido. Ese poder no se parece al del dragón de agua, es más bien una ola gigantesca que arrastra al balrog lejos del castillo. Marina tarda un poco en darse cuenta de que ella misma no se ha convertido en agua también, está todavía dentro del diamante, que permanece inmóvil en el aire.

-¿Alcea? -pregunta, con algo de miedo.

-Estoy aquí -una luz azul rodea al diamante y Alcea vuelve a aparecer. ¿Entiendes ahora cuál es la diferencia entre las devas y los genios que conocías antes? Ellos son elementos que han sido "domesticados" por así decirlo, fuerzas naturales al servicio de la humanidad... ¡¡Las devas somos la naturaleza desencadenada!!

-Sí, cómo no, el Lado Oscuro de la Fuerza...

-¿¿Qué dijiste??

-No importa, ¡vamos a ayudar a las otras!

-¡¡Sí!! ¡No hay nada como un buen combate justo después de despertar de la siesta!

-¡Vamos, usa esa espada! -grita Saris, mientras se lanza contra el tercer balrog a toda velocidad, ignorando los desesperados intentos de Anaís por controlarla.

-¡¡Estás loca!! -grita Anaís-. ¡Yo no peleo de esta formaaaaa!!!

Pero ya están a punto de estrellarse contra el monstruo, así que a la Guerrera Mágica no le queda más remedio que obedecer a la deva. Un rápido movimiento y dos de los tentáculos del monstruo caen al suelo; al mismo tiempo, Saris esquiva al enemigo con un movimiento lleno de gracia y seguridad que parecía imposible en ella.

-¡Como cortar mantequilla! -grita Saris, entusiasmada.

Pero se ha alegrado demasiado pronto, porque los tentáculos cortados vuelven a unirse al cuerpo.

Rayearth ayuda a Mirania a salir de entre los restos de la torre.

-Gracias -murmura la deva, no consigue agregar nada porque el primer balrog los derriba a ambos a la vez y luego los usa para continuar golpeando las torres que aún están casi enteras.

-¡Déjalos tranquilos! -grita Marina, atacando con Alcea, Zeres las ayuda, pero el balrog los mantiene a raya con parte de sus tentáculos.

Repentinamente, el segundo balrog regresa y le lanza un chorro de agua verdosa a Alcea.

-¡¡Nooo!! -grita ella, como si el líquido la quemara-. ¡¡Es agua contaminada!!

Alcea cae y en un instante, Marina se encuentra fuera del diamante. Alcea, en su forma humana, está a pocos pasos de ella, empapada de pies a cabeza.

-Me muero -gime la deva-. Es agua estancada...

-¿Qué puedo hacer? ¡¡Dime qué puedo hacer!!

La segunda torre del castillo empieza a desmoronarse y amenaza con caer sobre la tercera.

Lucy, Anaís, Lantiz y los demás genios luchan desesperadamente, sin conseguir mantenera a raya a los balrogs.

-¡¡Lantiz!! -grita Lucy al ver que uno de los tentáculos ha pasado rozándolo-. ¿¡¿Estás bien?!?

-¡Por el momento!

Un fuerte golpe envía a Mirania contra el suelo; Lucy rebota varias veces en el interior del diamante.

Todavía aturdida, alcanza a ver que Anaís y Saris están en serios problemas. Dos balrogs están sujetando a la deva mientras que el tercero ha vuelto a lanzar a Tonar contra el castillo, pronto toda la estructura acabará por colapsar.

Mientras tanto, Marina intenta limpiar la cara de Alcea para que ésta pueda respirar mejor, tiene la impresión de que la deva necesita agua limpia, pero no no hay ni una gota en las cercanías.

-¿Qué puedo hacer? -murmura por enésima vez.

-Usa tu poder.

Marina frunce el ceño, la voz que acaba de escuchar no es la del Espíritu de Céfiro.

-¿Guruclef?

-Usa tu poder.

La muchacha se pone en pie, señala a la deva e invoca el dragón de agua. Un "baldazo" de agua limpia cae sobre Alcea.

-¡Cof cof cof! ¿¡¿Qué tratas de hacer?!? ¿¡¿Ahogarme?!?

-¡Deberías darme las gracias! ¡Acabo de salvarte la vida!

Alcea está a punto de contestar, pero se detiene y aspira profundamente.

-Ha vuelto. El equilibrio de la magia está restaurado... creo...

-Sí -Marina sonríe-, lo cual quiere decir... ¡Hasta luego!... ¡¡Zeres!!

Alcea contempla la luz azul que ilumina por un instante al genio Zeres cuando su guerrera mágica toma finalmente el control, pocos segundos después, Lucy ha regresado con Rayearth y Lantiz con Tonar... pero Anaís sigue dentro de Saris. Alcea frunce el ceño. Parece ser que esas dos no consiguen ponerse de acuerdo.

La deva suspira y se sienta en el suelo, está terriblemente cansada, Mirania llega poco después y se sienta junto a ella, ambas contemplan la lucha.

-¿Y ahora qué? -pregunta Mirania después de un rato.

-Supongo que seguirán así hasta que no quede nadie.

Un quinto genio aparece entonces, completamente distinto a los anteriores o a las devas, es una figura alta, estilizada y semi transparente cuyos colores cambian en forma continua yendo del blanco al lila, del lila al azul y otra vez al blanco, da la impresión de no ser sólido, sino más bien como si fuera vapor o estuviera formado por un enjambre.

-¿Qué es esa cosa? -murmura Marina.

-Un amigo -responde Zeres.

-Lantiz, mis niñas, ¿se encuentran bien? -pregunta la voz de Guruclef.

-¿Guruclef? ¿Eres tú? -exclaman Marina y Lucy al mismo tiempo. Anaís no puede unirse al coro.

-¡Estamos bien! -grita Lantiz-. ¡Pero necesitamos ayuda!

El quinto genio ataca al balrog más cercano. Con sólo tocarlo, el balrog empieza a hervir y evaporarse. Las Guerreras Mágicas y Lantiz contemplan aquello boquiabiertos por unos instantes y luego reanudan la lucha con entusiasmo, pero los demás balrogs los rechazan; el primero consigue escapar de entre las manos del genio... y los cuatro monstruos se unen en uno solo, gigantesco, que sujeta a Windon con una mano, mientras que otra (que repentinamente se convierte en el filo de una inmensa espada) golpea al genio de Guruclef. Marina alcanza a ver un profundo corte en lo que sea que es el material del genio y un líquido luminoso (¿sangre?) va quedando detrás de él, a medida que el impulso del golpe lo lanza lejos.

El balrog gigante se vuelve hacia Zeres, Rayearth y Tonar y, con un rápido movimiento de tentáculos, los tira hacia el castillo, que termina de derrumbarse encima de ellos. 

Cuando Lucy consigue enfocar la vista, descubre que todos están atrapados entre los escombros del castillo, bueno, no todos, no hay rastro del genio de Guruclef y en el horizonte alcanza a ver a los cuatro balrogs llevando consigo a Saris y, por consiguiente, a Anaís.

-¡¡Anaís!! ¡¡Se llevan a Anaís!! -grita Lucy.

-No podemos hacer nada ahora, Lucy -dice Rayearth.

-¿Qué? ¡Pero...!

-También se han llevado a Saris -señala Tonar-, pero nosotros debemos proteger el castillo y además, hay heridos qué atender.

-¿Heridos?

Media hora después, Lucy encuentra a Clef entre los escombros; tiene una fea herida en el costado derecho, pero, extrañamente, no sangra.

-¿Guruclef?

Él abre los ojos, y, por un par de segundos, no parece reconocerla; pero finalmente sonríe.

-Lucy.

-¿Cómo te sientes?

-Algo maltradado. ¿Tú estás bien?

-Perfectamente.

-Me alegra oír eso.

Clef se pone en pie y se sacude un poco el polvo.

-¿Pudiste cruzar el Fuego Blanco?

-De no ser así, no estaría aquí ahora -sonríe él.

Lleva un anillo nuevo, de oro blanco y con un brillante; y otra tiara, una delgada banda de metal dorado, que casi puede pasar inadvertida; cerca de ahí hay un bastón de madera apenas pulida.

-Tus objetos mágicos son... diferentes.

-Así tiene que ser, fueron forjados de nuevo.

-¿Dónde está tu genio?

-¿Cuál genio?

-Llegaste aquí con un genio, uno blanco, azul y lila...

-No hay tal cosa como un genio con esos colores en todo Céfiro, que yo sepa.

-¿¡¿Qué estás diciendo?!? ¡¡Yo te vi en ese genio!!

-Yo nunca he tenido un genio.

Luego de mirar hacia todos lados, para comprobar que Marina no esté cerca, Lucy le da una sonora cachetada a Clef.

-¡Oye! ¿Pero qué te pasa?

-Sólo quería asegurarme de que estés despierto. Nada más dices incoherencias.

-Lo lamento... ¿Dónde están los demás? -Clef parpadea un poco, da la impresión de que acaba de despertarse.

-Buscando heridos, estamos en labores de rescate. ¿Te encuentras bien?

-Sí, estaba un poco desorientado, llevo varios días sin dormir... y la verdad es que estoy muriéndome de hambre también, pero hay demasiado que hacer... Qué desastre...

-Los balrogs aquellos...

-Claro que no será muy difícil reconstruirlo...

-¿Guruclef, me estás escuchando?

-Perdona, ¿decías?

-Los balrogs se llevaron a Anaís.

Por un momento, parece ser que Clef está a punto de caer desmayado, pero logra recuperar el equilibrio, y habla con voz temblorosa.

-¿Alguna otra mala noticia, o puedo tomarme algo de tiempo para digerir esta?

Zagato termina de escalar y luego tiende un brazo hacia Presea para ayudarla a trepar hasta donde está él, Nova se las ha arreglado para subir por sí solo.

-¿Lo ves? -dice él, señalando la extraña y retorcida construcción que corona la cima de la montaña.

-¿Lisand está en ese lugar tan horrible?

-Y también Paris y Ascot y la puerta de la prisión de Notus y la de la prisión de Melkor. Démonos prisa.

Muy lejos de ahí, una joven de largo cabello negro contempla todo a través de un espejo mágico.

-No deben permitir que se abran esas puertas... no deben permitirlo... -murmura.

 

Continuará...

Notas:

Je, tardé algo, pero aquí está el capítulo cinco. ¡Muchas gracias a Akiko por su ayuda y sus excelentes ideas!

Me imagino que se preguntarán quién era el muchacho que encontró Clef en la Fuente del Fuego... Em... Es un secreto que no me pertenece a mí sino a Akiko, pero les daré una pista: no era Notus.

Comentarios, sugerencias y tomatazos, pueden enviarlos a daga23@hotmail.com  

1