SIETE

 

LA PUERTA DE LA NOCHE

 

 

 

   Anaís no puede hacer nada, excepto llorar, cuando Paris finalmente logra que la puerta ceda.

   De la profunda oscuridad que hay al otro lado, sale una figura. Parece ser un joven de unos quince años, tiene el cabello rubio y lo usa largo hasta la cintura, y va vestido con una túnica blanca, casi da la impresión de ser un ángel.

   Paris lo mira con sorpresa, había esperado absolutamente cualquier otra cosa.

   -¿Tú eres... Notus?

   -Así es, mi estimado amigo -contesta el recién llegado, con una voz realmente maravillosa-. Gracias por liberarme -inmediatamente, Notus se dirige al balrog que sujeta a Anaís del cuello-. ¡Sirviente! Suelta a la señorita.

   Una vez libre, Anaís corre hacia Paris y lo abraza, ambos observan con inquietud a Notus, que ha llegado hasta Lisand para saludarla con un beso en la mejilla.

   -Mi pequeña niña, ¿has estado bien?

   -Sí, mi Señor.

   -Excelente. Ahora, Paris, ¿serías tan amable de abrir la puerta grande?

   -No creo que deba -contesta Paris, frunciendo el ceño.

   Notus voltea a verlo, siempre con una hermosa sonrisa.

   -Está bien, no lo hagas si no es tu voluntad.

   -¿Pero, Señor, no era eso lo que quería desde un principio? -dice Lisand, confundida.

   -Ah, mi pequeña, así es, pero hay otras personas aquí además de estos dos que pueden abrir la puerta y hay alguien en particular que me agradaría que lo hiciera -acto seguido, Notus levanta la voz-. ¡Tanto tiempo sin verte, Guruclef! ¿Qué tal si abres la puerta de la Prisión Estelar?

   -¿Por qué no lo haces tú mismo? -responde Guruclef, saliendo de su escondite.

   Notus ríe de buena gana mientras se acerca a recibir al mago, que baja lentamente una amplia escalinata para reunirse con él en el salón de las puertas.

   -Vaya, Guruclef, estás hiriendo mis sentimientos -dice Notus, con voz irónica-. Sabes que no puedo hacerlo. Para tener el poder suficiente como para comunicarme con Lisand y Violeta, tuve que entregar mi voluntad a Melkor y sólo alguien que actúe por su propia voluntad puede abrir estas puertas.

   -¿Ah, sí? No puedo decir que lo siento...

   Notus mira a Marina, Lantiz, y Lucy, que bajan las gradas justo atrás de Guruclef.

   -Veo que no vienes solo.

   -Insistieron en acompañarme.

   -Ya veo...

   A un ademán de Notus, los balrogs se apoderan de todos, menos del mago, Guruclef observa, indiferente.

   -Supongo que ya conoces el discurso del "chico malo", ¿no? -dice Notus.

   -¿"Abre esa puerta ahora mismo, si no quieres que mueran tus amigos"? -responde Clef.

   El mago llega hasta la puerta y adelanta una mano hasta que sus dedos casi rozan la madera, la puerta parece vibrar, esperando el contacto que anule todos los poderes primordiales que la mantienen en su sitio, pero Clef no se acerca más y tampoco la toca, sólo da la vuelta y encara a Notus.

   -No.  

   -¿Acaso prefieres que los mate?

   -Por mí... adelante, hazlo -responde Clef, cruzándose de brazos.

  Notus lo mira incrédulo, pero enseguida da orden a los balrogs para que ejecuten a los prisioneros.

  Sólo que... no hay prisioneros... Acaban de evaporarse.

  -¿Qué... qué rayos hiciste? -exclama Notus.

  La respuesta de Clef es una carcajada.

  -¡Caíste, cabezahueca! ¡¡Justo con el mismo viejo truco de toda la vida!! Sólo eran una proyección de mi memoria... ni siquiera una ilusión mágica... ¡Y te dejaste engañar, como siempre!

   Notus maldice entre dientes, pero le da una señal a uno de los balrogs y éste atrapa a Guruclef.

   -¡Ya fui demasiado amable contigo, idiota! ¡Incluso te di la oportunidad de salir con vida de esto!

   -Mi Señor -Lisand luce alarmada-, ¿qué es lo que está haciendo? ¡Va a lastimarlo!

   -¡Cállate, marioneta!

   Notus la mira con odio, el bello rostro del vala está desfigurado por la cólera.

   -No te sorprendas, Lisand -la voz de Clef se escucha calmada y filosófica-. Notus es de los que no aguantan una broma...

   -¡¡YA CÁLLATE DE UNA VEZ POR TODAS!! ¡¡¡¡ACABA CON ÉL!!!! -grita Notus.

 

   Mientras Clef y las ilusiones distraían a Notus, Lucy, Marina y Lantiz han sacado a Paris, Ascot y Anaís del salón y ahora corren hacia otro lugar del castillo.

   -¿A dónde vamos? -pregunta Ascot.

   -A reunirnos con Zagato, Nova y Presea. El Espíritu de Céfiro les pidió que encontraran un objeto que ha estado oculto aquí por miles de años y que ningún valar puede tocar sin morir -dice Lantiz.

   -Guau, eso suena como un arma poderosa -dice Paris.

   -Vaya si lo es.

   Pronto descubren a Zagato y Presea, que vienen en dirección opuesta.

   -Ah, vaya, ya están aquí -dice Zagato-. ¿Dónde está él?

   -¿Guruclef? Está con Notus.

   -¿Solo? -dice Zagato, enarcando una ceja.

   -Lisand también está ahí, y los balrogs.

   -Uh... eso es malo. Démonos prisa.

   -¿Encontraste lo que viniste a buscar?

   Por toda respuesta, Zagato le muestra una pequeña caja de hierro.

   -Aquí hay algo que ni siquiera Céfiro podría soportar... esperemos que sea suficiente como para detener a Melkor también.

 

   En cuestión de minutos han regresado al salón de las puertas, para presenciar el momento en el que los balrogs atacan a Guruclef.

   Anaís convoca la espada de empuñadura de plata y logra lanzársela a Clef antes de que uno de los balrogs la descubra y le cierre el paso. Clef toma su espada y la flor de cristal se desprende para caer al suelo, donde se rompe.

   Dos balrogs atacan a las Guerreras Mágicas y sus amigos, mientras otros dos continúan acosando al mago.

   Marina se queda suspensa por unos segundos, asombrada al verlo manejar la espada. Definitivamente, Guruclef podrá ser el mejor mago de Céfiro, pero como espadachín es una verdadera lástima, apenas consigue defenderse y no es posible que vaya a resistir mucho tiempo contra los balrogs, que parecen estar divirtiéndose de lo lindo con sus esfuerzos. La Guerrera Mágica corre hacia él para ayudarlo, sin preguntarse si los demás la siguen o no.

   Pronto están espalda contra espalda, rodeados por aquellos seres negros y viscosos. Lucy y Anaís han tratado de acercarse a ellos, pero los balrogs lo impiden.

   -¡Veo que no has mejorado nada, Guruclef! -ríe Notus-. ¡Sigues siendo el esgrimista más patético del universo!

   Guruclef sólo aprieta los dientes y sigue defendiéndose lo mejor que puede.

   -¡Ya basta! -grita Lisand al borde la histeria-. ¡Van a lastimarlo!

   -Querida, esa es la idea -responde Notus con una media sonrisa.

   La armera mágica empieza a llorar.

   Guruclef recibe un golpe en las manos y deja escapar la espada. Instantes después, uno de los balrogs lo tiene firmemente sujeto, lo separa de la lucha y lo obliga a arrodillarse frente a Notus, que grita ordenándole a todos que se detengan.

   -¡Muy bien! ¡¡Será mejor que uno de ustedes abra esa puerta ahora mismo!! ¡De lo contrario, van a averiguar de primera mano qué es lo que sucede cuando la Base del Pilar deja de existir!

   -No podemos abrir esa puerta -dice Zagato con frialdad-. Hacerlo sería destruir toda la vida en Céfiro.

   -No hacerlo sería destruir a Clef -responde Notus, apoyando el filo de un puñal contra la garganta del mago-. Y en verdad me gustaría saber cuántas décimas de segundo sobreviviría Céfiro sin él. Abre esa puerta, Paris -añade, con una sonrisa-. Creo que es justo que lo hagas tú, como un tributo a tu hermana, que murió por causa de Céfiro.

   -No... -dice Paris.

   Notus sujeta el cabello de Clef y lo hace echar la cabeza hacia atrás, el puñal traza una delgada línea roja por su cuello.

   -No puedo hacer eso...

   -Oh, sí que puedes... -sonríe Notus-. Puedes y lo harás. Y si no lo haces tú, lo hará Anaís, porque cuando acabe con Clef, será tu turno. Pero me gustaría que el pequeño Clef estuviera todavía respirando cuando Melkor entre aquí.

   -Yo abriré la puerta -dice Marina, apartándose del resto.

   -Ah, ¿lo harás? -Notus la mira de reojo-. Después de lo que te dijo Céfiro, no pensé que valoraras tanto la vida de alguien que no siente nada por ti.

   Pese a lo incómodo de su situación, Guruclef se encoge de hombros y habla con voz irónica.

   -El verdadero amor no espera ser correspondido.

   -¿Y tú cómo sabes eso? -ríe Notus-. ¿Acaso te has enamorado alguna vez?

   -Eso no es asunto tuyo. Marina, ábrela sin temor. Yo asumiré las consecuencias de lo que pase.

   Demasiado sorprendidos por las palabras del mago, los demás no reaccionan a tiempo para detener a Marina, que apoya ambas manos en la puerta, mira de nuevo a Guruclef, que sonríe y entonces la joven empieza a abrir la puerta.

   "¡No lo hagas!" grita una voz dentro de la mente de Marina "¡Si abres esa puerta tendré que matarte!"

   Marina abre mucho los ojos, pero no se detiene. Esa voz le es desconocida por completo y nadie más parece escucharla.

   "¿Quién eres?" pregunta Marina con el pensamiento.

   "Soy la guardiana de la Luna Negra. Recibí de Céfiro la orden de vigilar que Notus no escapara jamás de su prisión. He fallado al permitir que Paris abriera la primera puerta, pero eso aún tiene remedio si Céfiro decide luchar en su contra. Sin embargo, Melkor es muchísimo más poderoso. ¡¡Los doce valar del Mundo Místico apenas bastaron para desterrarlo a la Prisión Estelar!! ¡Céfiro será destruido si dejas que ese monstruo escape!"

   "Y si no lo hago, Guruclef morirá"

   "Veo que no me comprendes. No quiero matarte, pero lo haré si me obligas"

   "No, eres tú la que no comprende"

   "¿Eh?"

   "Guruclef me dijo que abriera la puerta. Y yo confío en él"

   Un último esfuerzo, y la puerta queda abierta.

   Muy lejos de ahí, la guardiana cae de rodillas, un dolor insoportable le atraviesa el corazón.

   -¡¡Céfiro!! -grita, una y otra vez.

   Pero no hay ninguna respuesta a sus gritos. Lentamente, sus ojos se llenan de lágrimas.

   -¿Será posible? ¡Céfiro, tú no puedes haber elegido morir!

 

Notas de la autora:

 

Ya falta poco... ya falta poco...

Comentarios, sugerencias y tomatazos, pueden enviarlos a daga23@hotmail.com

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