Una Lagrima en la Oscuridad
 

   Autor: El Gnomo del pergamino.



Capitulo 4.- La isla volátil.
 
 

        —¡Es enorme!—Exclamó sorprendida Imadia, ante la vista espectacular de la isla. Lo curioso era que no había una sola gota de agua en kilometros a la redonda—¿Como es que está...ahí?
        —¿¿??...Siempre ha estado ahi— Contestó Zagato. No le parecia que Imadia fuera tan tonta,
pero hacía cada pregunta....
        —Pero mirala, parece que está flotando...
        —Está flotando, parece que nunca has visto una isla volátil—Dijo Molix.
        —Pues aquí serán muy comunes... ¿y como vamos a llegar hasta alla?, no veo ningún camino.
        —Usaremos los  potros de fuego, volaremos en ellos y  llegaremos en menos...
        —No—Interrumpió Molix a Zagato, al muchacho de ninguna manera le gustaba ser interrumpido cuando consideraba que su idea era buena, por lo que replicó:
        —¿Que..? yo conozco el hechizo para crearlos...
        —Dije que no —Contestó de nuevo Molix.
        —¡¿ Y como pretendes que lleguemos?!—Dijo ahora más enojado Zagato.
        —Eso mismo digo yo...—Intervino Imadia.
        —Hay un acceso exactamente en la parte inferior de la isla—Dijo Molix, siempre sin perder la calma.
        —¿Parte inferior?, No creeras que me voy a meter debajo de esa cosa...¿Y si se cae?
        —¿¡Caerse!?—Exclamaron Molix y Zagato al mismo tiempo.—¡Vamos, estamos perdiendo el tiempo!—dijo Molix. a Zagato e Imadia no les quedó más remedio que seguirlo.
        Tenia razón Molix, debajo de la isla volatil había un acceso, una especie de escalera de caracol de roca, bastante amplia, podían caminar los tres al mismo tiempo, en el mismo escalon y aún sobraba espacio. Empezaron a ascender.
        —Dejame ver si entiendo—Dijo Imadia—Aqui vamos a encontrar a un anciano que nos va a dotar de las armas necesarias para nuestra misión...
        —En realidad solo te va a dotar de armas a tí.—Contestó Molix.
        —¡¿QUEEE?! ¿Y a mi QUE?—Protestó de inmediato Zagato.
        —Tu no necesitas armas, con tu magia es suficiente, además despues de ésto, viene otra cosa.
        —¿Que otra cosa...?
        —No es el momen...
        —¡Ya me canse!, yo voy a descansar—Dijo Imadia mientras se sentaba en un escalón.
        —¡Si solo hemos subido como 20 escalones!—Dijo Molix.
        —¿Y que? mi corazón late a mil por segundo,  ya se me acabo el aire, ya no puedo más, necesito descansar.—Molix observó fijamente el vestido de Imadia, ella notó esa mirada.
        —¿Que me ves?
        —Huh—respingó sorprendido Molix, claro, Imadia había imaginado otra cosa—No parece armadura...
        —¿Armadura?—Exclamó Imadia—Para nada, éste es mi uniforme escolar.
        —Un momento, ¿Que no Guruclef te dotó de Armadura?
        —No...no que yo recuerde
        —No puedes pelear así—Dijo Molix
        —Espera, espera... cuando dices pelear...¿exactamente a que te refieres?
        —Ya te lo dijimos: vamos a pelear contra un ejercito, pelear, luchar, reñir, batallar...¿Ahora captas?
        —No te burles de mi que no me parece gracioso.
        —¿Pues que pensabas?
        —¡Yo que sé!, pensaba que todo esto no es más que... un mal sueño o algo asi.
        —¡Pues no lo es! ¿podemos irnos?
        —Todavía no descanso.
        —¡Ya basta!—Dijo zagato—No voy a soportar más niñerias, los espero arriba—Y se retiró subiendo las escaleras, Molix se quedó un rato más, luego lo siguió, Imadia se quedó sentada, sola.
        —¡Esperen!—gritó ella—¡Oigan!.... ¡No se vayan!...¡Zagato!...¡Molinex!—No recibió respuesta alguna—¡Bah! ¡Vayanse! ¡Quien los necesita!—Pasaron algunos minutos, en realidad Imadia no estaba cansada, tan solo lo había hecho por capricho, sacó la cabeza por el exterior del caracol y observó hacia arriba, vio el espiral que llegaba hasta la parte inferior de la isla, a unos 100 metros de
altura. Se veía muuuy alto. Le dió una especie de vértigo, ante la sensación de altura.
        —Ey, oye, tú—La voz la sobresaltó, volteó en todas direcciones pero no vió nada—"me estoy volviendo loca"—Pensó.
        —Tú, ¿que estás sorda?
        —¿Eres tu Zagato?, no me gustan esas bromas.
        —¿Zagato? ¿Por que me llamas Zagato?—Dijo la chillona voz.
        —huh, ¿Quien eres? ¿donde estás?—Preguntó Imadia cada vez más sobresaltada, estaba a punto de correr detras de Molix, cuando...
        —Soy la escalera...me acabas de despertar con tus gritos.
        —¿¿¿¿La escalera????—Exclamó muy sorprendida.—Este mundo es tan extraño, al rato me va a hablar el piso, el techo,  Brrrr —Se estremeció un poco—No quiero ni pensarlo...
        —¿Subes o bajas?—le preguntó la escalera.
        —Subo, ¿Por qué? ¿Tienes algún inconveniente?
        —No, pero no tienes que subir por los escalones, por mi interior es más rápido.
        —¿En serio?—Imadia pensó un momento, así les ganaría a Zagato y a Molix.—Está bien, pero...¿donde está tu interior?—De pronto, una abertura apareció en el tubo del centro del caracol, por el grosor, ahí debían ser un metro o tal vez menos.—No sé, se ve muy angosto.
        —Una vez adentro, el espacio se agranda.
        —Bueno, no pierdo nada...—Imadia se introdujo por la abertura. La escalera tenía razón, adentro era más ancha. —Ya estoy adentro ahora que...Un momento, que no deberia estar a unos metros del suelo,¡me voy a caer!... ¿ estoy flotando?.
        —Si y no. Ya puedes salir.
        —¿No que me ibas a llevar hasta arriba?
        —Ya estas arriba, te dije que era rápido.
        —No te creo.
        —No me importa, ahora sal.
        —De todos modos ya iba a salir, este lugar  no me gusta.—Imadia salió y...ya no estaba en las escaleras. El lugar era una especie de jardín, había flores de todos colores, algunas conocidas por ella como rosas, gardenías, jazmines y otras por completo desconocidas. Habia paredes cubiertas de enredaderas que rodeaban el lugar. Algunos arcos cruzaban el cielo, cuya base no alcanzaba a ver entre tantas ramas y flores. Habia en el lugar una ligera niebla que le daba un aire misterioso. Tambien había algunas sillas y pequeñas mesitas de caprichosas formas que invitaban al descanso. Entonces vió a una persona trabajando en unas flores, era muy pequeña, casi del tamaño de Guruclef, estaba de rodillas, tenia el cabello verde y muy largo, se esparcía por el suelo y al parecer no le molestaba que se ensuciara con la tierra.
        —Sientate—Dijo la persona, sin siquiera voltear, Imadia le iba preguntar como supo que estaba ahí, pero se guardó el comentario. Se sentó en la silla más cercana.—Tu espada tardará un poco.
        —¿C-como lo supo?
        —¿Existe alguna otra razón por la que estés aquí?
        —No, tiene razón, vengo por la espada..¿Es espada?, quiero decir, yo no sabía que era espada, cuando me dijeron arma pensé en algun dispositivo lansa-misiles o...
        —Empezaré de inmediato, el tiempo apremia...—Se incoporó con algunas dificultades, Imadia hizo el intento de ayudarla, pero la persona la detuvo en el acto con un gesto de la mano.
        —Quiere decir que si alguien lo visita es por que viene por una espada.
        —No, nadie me puede visitar.
        —¿Nadie? y yo que soy.—Mientras hablaban se dirigian a una pequeña casa que Imadia no había visto antes, estaba casi por completo cubierta por hierbas, matas y flores.
        —Una Guerrera Mágica.—Imadia se asombró de nuevo. Luego chasqueó los dedos.
        —Ya sé, ya llegó Molinex y Zagato, ellos le contaron.
        —No, ellos no han llegado, y no llegaran. solo una guerrera mágica puede entrar aquí.—Imadia pensó en el salón de la diadema, se suponía que solo El Pilar podía entrar ahí, sin embargo ella había entrado.
        —No siempre eso es cierto...¿puedo hacerle una pregunta personal?...es solo curiosidad.
        —Adelante.
        —¿y no se enoja...?
        —No, no me enojo, hazme la pregunta.
        —¿Es usted hombre...o mujer?—Añadió rapido— si quiere no me conteste..
        —Soy mujer...tu pregunta no me molesta, tengo 1114 años, ya estoy muy vieja.
        —No, para nada, sólo me lleva 1100 años,  Solo son unos cuantos añitos... cosa de nada, es algo insignificante, no se le nota, se ve muy vivaracha.. —La anciana solto una carcajada.
        —Eres muy graciosa, las últimas guerreras mágicas eran demasiado serias.
        —¿Otras guerreras mágicas?
        —Si, fué hace mucho tiempo, ya no lo recuerdo, fué hace como 300 años, y antes de ellas vinieron otras hace como 700 años.
        —fiuuuu, ¿y que pasó con ellas?
        —Volvieron a Mundo Místico.
        —Digame una cosa ¿Siempre regresan a mundo místico?
        —Si, ¿por que preguntas eso?
        —Por ...—El sonido de un bebe llorando las interrumpió.
        —Ya despertaron, Vas a tener que cuidarlas mientras te construyo la espada.
        —¿Cuidarlas?
        —Si están en ese cuarto, vamos de prisa.
        —P-pero...
        —Pero nada, vamos...oh que tonta, olvidaba el escudo.
        —¿Tambien me va a hacer un escudo?
        —¿Que..? no, me refiero al mineral escudo, aún me queda un poco, el suficiente para hacer tu espada.
        —Usted es la que sabe...—La anciana se alejó a otra habitación, e Imadia fué a donde le indicó, ahí había una cuna, y en ella estaban dos niños. Imadia se acercó a ellos, notó que eran niñas, para ser más preciso eran gemelas, unas lindas gemelas rubias.
        No sintió la espera tan larga, las niñas la mantuvieron bastante entretenida, les dió biberón, las limpió, les cantó hasta que se durmieron. Finalmente la anciana entró a la habitación, traía una espada en la mano.
        —¿Esa es mi espada? ¡es hermosa!—Intentó tomarla pero la anciana la detuvo.
        —Salgamos afuera.—Una vez afuera, antes de darsela la anciana le dijo:
        —Solo  la Guerrera Mágica que le corresponde puede tomarla, ten—Imadia se acercó y la tomó, no pasó nada. Imadia notó que la anciana respiró de alivio.
        —¿Que sucede? ¿Algo pudo pasar?
        —Si, durante la construcción de la espada, algunos efectos desconocidos para mi...no sé, parece que tu espada es...rara, tal vez la razón sea por que estas sola
        —¿A que se refiere?
        —Generalmente, son tres guerreras mágicas y a cada una le corresponde una espada que va de acuerdo con su magia interior,  si su magia es el fuego, entonces en la espada  predomina el poder del fuego, si su magia es el agua en su espada predomina el poder del agua, etc. En tu caso, no estoy muy segura, pero creo que todas las magias se fundieron en una.
        —Si, si, ¿pero que pudo pasar?
        —Si una espada de Guerrera Mágica, por ejemplo de magia de fuego, es tomada por otra persona que no le corresponde, la magia actua contra ella y... terminará por completo quemada, en tu caso si todas las magias se fundieron, y tu no eres la adecuada...imaginate lo que podría suceder.
        —Sigo sin entender...
        —No importa, ya lo entenderas.
        —No, expliquemelo, es importante, ya que no tengo magia interior, Guruclef intentó despertarmela, pero no pudo.
        —No, no, debieron haberse confundido o algo, eres una Guerrera Mágica, DEBES tener magia interior.
        —Pues no tengo.
        —Debes de tener.
        —Que no.
        —Que si.
        —Que no.
        —Te digo que si.
        —Ay viejita terca, te digo que NO, NO, NO,NO y NO—Los bebes volvieron a llorar.
        —Sabes qué, no tengo ganas de discutir, será mejor que te vayas...Andale, fucha, fucha—Dijo mientras movia las manos, casi casi empujandola.
        —Esta bien ya me voy, por cierto ¿como puede tener dos hijas siendo tan vieja?
        —No son mis hijas, ¡Y no soy tan vieja!, todavía tengo mucho por que vivir, nomas eso me faltaba que una niña mocosa viniera y me faltara al respeto... ya voy Prese......—Mientras la anciana se alejaba, Imadia se introdujo al centro de la escalera, esta vez no escuchó la voz y ella no quiso hablarle. Llevaba la espada en la mano, la abertura por donde entró parpadeó, luego salió, afuera para su sorpresa estaba Molix y Zagato.
        —¿Donde te habias metido te....? ¡¿Tienes la espada?! ¿pero como...?
        —Despues les cuento, ¡vámonos!
        —Vaya, que animo tienes
        —Ya tengo la espada...ahora soy una Guerrera Mágica, dime  Molinex ¿Me vas a enseñar a usarla?
        —Ya te dije que mi nombre es Molix
        —Como sea, ¿me vas a enseñar?
        —Para eso estoy aqui.
        Caminaron durante algún tiempo, Zagato insistia en usar los potros de fuego, Molix decia que parte de su entrenamiento era hacer el recorrido a pie. Ni Zagato ni Imadia veían ningún beneficio en nada más estar caminando. Entonces Zagato notó que no se dirigían hacia el territorio peninsular y pidió una explicación.
        —Ustedes dos están muy indefensos, es cierto que tu Zagato, conoces hechizos poderosos, pero a nivel de grandes hechiceros, solo son poderes elementales, e Imadia....bueno, ella está peor, no tiene armadura, no sabe magia, tiene una espada que no sabe utilizar, etc. ¿sabes por que no se envía un ejercito para pelear con el ejercito de Olbaid?—Zagato negó con la cabeza—Por que no hay Pilar, una lucha es demasiado riesgo, el equilibrio de la voluntad en Céfiro se rompería por completo.
La destrucción de Céfiro seria instantanea, es por eso que existe la invocación a las Guerreras Mágicas, sólo ellas y nada más que ellas pueden derrotar a la maldad y conservar el delicado equilibrio de Céfiro. Guruclef confía en ti, y no sabes cuanto, el está convencido que  elevaras tu poder hasta alcanzar el nivel de una Guerrera Mágica.
        —Pero yo estoy aqui, por que ella lo pidió.
        —Aunque ella no lo hubiera pedido, tú estarias aqui de cualquier manera, es tu destino, y por lo que veo, debes lograrlo ya que Imadia va a necesitar tu ayuda.
        —Un momento, ¿por que tu nunca te incluyes?—Dijo Imadia
        —Es cierto—Agregó Zagato.
        —Yo no puedo intervenir.
        —¿Queeee?—Exclamó Imadia—¿Como...?
        —Yo solo estoy aqui para entrenarlos.
        —U-un m-mo...men..—Imadia empezó a temblar, en su mente se empezó a formar una perspectiva de las batallas, Había visto peliculas y documentales de verdaderos combates. y no eran nada agradables, habia dolor, sufrimiento, sangre, gritos y muertes. A su mente llegaron flashazos de las visiones que tuvo cuando tocó la diadema. Y en esas visiones solo veía oscuridad, tristeza y muerte.
        —Tranquilizate, tu tambien Zagato. Antes que digan nada, dejenme comentarles que existen unas armas, muy poderosas, tanto que con ellas podrán derrotar a cualquier enemigo, por más numerosos o fuertes que éstos sean.
        —Si esas armas son tan poderosas, ¿por que ellos no las consiguen?—Dijo Zagato.
        —Por que es imposible para ellos. —Contestó Molix.
        —Dejame adivinar...solo una Guerrera Mágica puede obtenerlas—Dijo Imadia.
        —Asi es.
        —No se por que no me sorprende.—Dijo de nuevo ella.
        —Y ésto nadie lo sabe, permiteme...—Molix hizo una especie de movimiento con sus manos, y una cúpula luminosa los rodeó.
        —Un hechizo de inhibición de magia, no sabía que pudieras hacerlo, ¿Como le hiciste? —Dijo Zagato.
        —Es un secreto, tal vez te lo enseñe...no queremos testigos indeseables...
        —¿Que quieres decir? ¿Que alguien nos estaba observando?—Preguntó Imadia
        —Si es lo suficientemente poderoso, si, y Alviclef  lo es.—Contestó Molix
        —¿Nos puede observar...en todo momento?—Volvió a preguntar Imadia.
        —Si, creo que si.
        —¿Quieres decir que observó cuando fuí a hacer....mis necesidades?—Insistió Imadia de nuevo.
        —Supongo que si...
        —¡NOOOO!—Explotó de pronto Imadia haciendo una mueca de verdadero disgusto— ¡Como pudo...! ¡Ese maldito...me las va a pagar!
        —Calmate, no creo que alguien tenga interes en ver ese tipo de cosas...
        —Si pero no puedo confiar en eso—Dijo de manera muy pesimista Imadia.
        —De acuerdo, les voy a enseñar el hechizo de inhibición...pero este hechizo no funciona para detener ataques...solo va a evitar que los oigan o los vean, por medio de la magia.
        —Olvidas que no puedo usar magia.—Dijo de nuevo ella.
        —No te preocupes, yo lo haré, pero tendré que estar cerca cuando...—Intervinó Zagato.
        —Que humillación, lo que tengo que soportar. Pero si intentas ver, te juro....
        —Por eso debes aprender magia—Dijo Zagato.
        —Está bien, lo intentaré.—Se resignó Imadia
        —Vaya, Es increible las cosas que hace la verguenza....y no te pudimos convencer de otra manera.—Dijo Molix
        —¿Y que decias de esas armas?—Preguntó Zagato volviendo al tema anterior.
        —En realidad no son armas, propiamente dichas y no sólo las Guerreras Mágicas pueden hacerse de una, tu tambien podrías Zagato, si tu voluntad es lo suficientemente fuerte. Los llamamos
desde tiempos antiguos: "Genios", se dice que existe un genio acorde para cada persona que tiene el corazón puro, y si su voluntad y energía interna es lo bastante alta como para "despertarlo", El genio
aceptará a ésta persona, se harán uno solo y serán un arma invencible...
        —Eso suena como a película de ciencia ficción...—interrumpio Imadia, luego que se dió cuenta de su impertinencia, agregó—perdón, no quise interrumpir, continua...
        —¿Tendrás  el corazón puro, Imadia.?—Dijo en tono burlón Zagato.
        —Ey ¿que insinuas?—Contestó algo  molesta Imadia.
        —Nada, yo sólo decia...
        —Ese es el plan, bastante sencillo ¿No lo creen?—Dijo Molix
        —¿Entonces que esperamos?, ¡vamos por esos genios!—Dijo muy animado Zagato.
        —Pensandolo bien... no es tan sencillo...—Dijo Molix, rascandose la barbilla.
        —¡Por fin...es o no es!—Exclamó Imadia
        —Primero deben elevar su energia interna.
        —En otras palabras, debemos hacernos más poderosos.—Concluyó Zagato
        —Si, precisamente.
        —¿Y como lograremos eso? si estamos aquí en medio de la nada.—Dijo Zagato.
        —En éste momento nos dirigimos con una persona que nos ayudará bastante en ese sentido, sin duda alguna, los obligará a convertirse en más poderosos.—Siguió explicando Molix.
        —Es por eso que no nos dirigimos a la región peninsular.—Razonó Zagato.
        —Si, es correcto.
        —Pero ¿cuanto tiempo nos demoraremos?—Preguntó Zagato.
        —Eso no lo sé, depende de ustedes.—Respondio Molix.
        —Entonces debemos apresurarnos.—Expresó Imadia.
        —Si, vamos.—Dijeron los otros dos.
 
 

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