CAPÍTULO UNO. REENCUENTROS 

 

Nota: Aunque es de la misma autora, este fanfic no tiene nada que ver con El Consejo de los Siete.

Torre de Tokio. 10:30 a.m.

Lucy, Marina y Anaís (¿quiénes, si no?) se reúnen, como todas las semanas. Es el segundo aniversario de su primera visita a Céfiro; y este día, las tres se han despertado con una especie de presentimiento. No han terminado de saludarse, cuando un familiar (y añorado) destello de luz las deslumbra por unos instantes.

-¡Está pasando de nuevo! -exclama Lucy.

Pero cuando la luz se desvanece, las tres están todavía en la Torre de Tokio.

-Oh, cielos -dice Anaís, a punto de llorar-, parece que nunca podremos volver a Céfiro.

Entonces, alguien le tapa los ojos, una voz masculina le habla al oído.

-Adivina quién soy.

-¿PARIS???

En efecto, se trata de Paris.

-¿Cómo...? -empieza a decir Lucy, pero se interrumpe cuando siente que alguien le da un suave tirón a su trenza; rápidamente, se vuelve para buscar al culpable.

-¿LANTIZ???

-Te extrañé, Lucy -dice él en un murmullo, mientras la abraza.

-Esto es genial, sólo faltaría... -mientras habla, Marina se da la vuelta y descubre a Ascot detrás suyo-. Oh, hola, Ascot.

El muchacho parece decepcionado por el recibimiento, que no es (de ninguna manera) tan cálido como lo que le correspondió a Lantiz y Paris. Para empeorar las cosas, Marina sigue buscando a alguien con la mirada, y, cuando lo encuentra, se olvida por completo de Ascot.

Clef está bastante aparte y no mira a las Guerreras Mágicas, sino que concentra toda su atención en el paisaje de Tokio. Cuando Marina se le acerca, él sonríe, pero no consigue borrar la expresión preocupada de su rostro.

-Guruclef.

-Marina.

Ella titubea por un instante, pero ha meditado mucho en los dos últimos años sobre lo que haría de volver a encontrarse con el Mago Real de Céfiro, así que se decide inmediatamente y lo abraza, rogando para sus adentros que él no se disguste. Lejos de enfadarse, Clef corresponde al abrazo y, cuando se separan, Marina tiene la impresión de que él luce un poco menos angustiado; en ese momento se da cuenta de que los ojos de ambos están al mismo nivel (bueno, casi).

-Tú... creciste -dice ella, asombrada.

-En un multiverso donde el cambio es constante, no es bueno quedarse estático... ¿Te agrada este cambio?

Hay una nota de ansiedad en la voz de Clef cuando hace esa pregunta. De pronto, Marina se siente realmente feliz.

-Mucho -responde.

 

-Te digo que está por aquí -le dice Maciel a su hermano Cameo-. Lucy viene aquí todos los sábados y domingos y yo voy a averiguar quién es el sujeto en cuestión o dejo de llamarme Maciel Shidou.

-Yo nada más digo -protesta Cameo- que te apresuras demasiado al sumir que hay un "sujeto" en este asunto. Lucy dice que viene a reunirse con sus amigas Marina y Anaís.

-Sus únicas dos amigas -señala Maciel-, y siempre, siempre, siempre aquí. ¡Es demasiado sospechoso!

-¡Shh! ¡Cállate, ahí están!

Los dos hermanos ven con asombro a su hermana menor muy abrazada a un sujeto alto (muy alto, más alto que Saturno, el hermano mayor de Maciel, Cameo y Lucy), y en animada conversación con Marina, Anaís y otros tres desconocidos.

-¡Te dije que había un "sujeto"! -susurra Maciel.

 

-¿Cómo llegaron aquí? -pregunta Anaís.

-Guruclef nos trajo -dice Paris.

-¿En serio? Creí que no podías hacer nada como eso desde que murió la princesa Esmeralda... -dice Marina.

-Sólo el Pilar de Céfiro podía llamar a las Guerreras Mágicas desde su mundo, pero eso no significa que alguien de Céfiro no pudiera venir al Mun... a la Tierra -explica Clef.

-¡Fantástico! -aprueba Anaís-. Pero, entonces, ¿por qué no habían venido antes?

Clef tiene la mirada clavada en el suelo, ahora no sólo se ve preocupado, sino que además parece sentirse culpable. Lantiz acude a rescatarlo.

-Había demasiado qué reconstruir en nuestro mundo. Creo que esta es la primera vez que podemos respirar libremente desde hace dos años... Ahora, podemos quedarnos dos semanas aquí, y serán nuestras primeras vacaciones.

-Céfiro está gobernado ahora por un Senado y Lantiz es el presidente, ¡nos ha hecho trabajar de firme! -dice Paris.

Antes de que las chicas puedan decir algo al respecto, Lantiz trata de variar la conversación:

-¿Dónde nos reuniremos con tus parientes, Clef?

Clef se sobresalta, se había olvidado por completo de la reunión.

-Eso... eso será mañana, la reunión principal, quiero decir; a mi padre podemos... tendremos que verlo hoy, pero puede ser más tarde. Pensé que querrían pasar algún tiempo con Lucy, Anaís y Marina.

-Por mí, encantado -dice Paris.

-¿Qué parientes? -pregunta Marina.

-Oficialmente -dice Ascot-, estamos aquí para acompañar a Guruclef a una reunión familiar, ya sabes, una fiesta con padres, hermanos, abuelos, tíos, primos...

-¿Eres de Japón??? -exclama Marina, entre alegre y alarmada.

-¡No! -se apresura a contestar Clef-. Yo nací en Céfiro, pero mi familia no es de ahí... En realidad, la reunión será aquí porque mis padres y otros cuatro jefes de clanes viven en la Tierra, no porque sea nuestro lugar de origen... bueno, tampoco es nuestro lugar de origen, pero esa es una historia muy larga y no estoy seguro de entenderla bien. También tres de mis hermanos viven en esta dimensión, aunque no en el mismo país, ni siquiera en el mismo planeta... No somos una familia muy unida y dudo que vaya a haber una "fiesta" como piensa Ascot; me conformo con que no nos matemos entre nosotros mismos.

-¿Es por eso que tienes esa cara de preocupación?

Clef se sonroja.

-¿Se me nota mucho? Debemos reunirnos cada cien años para evaluar lo que hayamos logrado en ese tiempo, pero siempre acabamos peleando por alguna tontería. Mi padre es, al menos nominalmente, el líder de los nueve clanes y se enfurece cuando no logra mantener el orden en estas reuniones; todo esto le ha agriado el carácter... y el resto de la familia lo refleja. 

-Claro que "eso" no es "todo" -dice Ascot, con acritud.

-¡Ascot, por favor! -dice Clef, molesto-. Creí que teníamos un acuerdo al respecto.

Más que las palabras de Clef, es una mirada fulminante de Paris y Lantiz lo que hace a Ascot quedarse callado. Clef continúa hablando:

-Soy el menor de mi clan; y no puedo ayudar a mejorar la situación, no tengo voz ni voto en nada de lo que se va a discutir esta vez. Si alguno de los ocho líderes se digna escucharme, habré tenido mucha suerte. Lucy, esos dos muchachos que nos miran con tanta atención, ¿son tus hermanos?, te pareces a ellos...

La transición de un tema a otro ha sido tan brusca que Lucy se queda en suspenso unos instantes, hasta que descubre a los dos espías.

-¡Maciel y Cameo!

Los dos muchachos no saben qué cara poner cuando se dan cuenta de que los han descubierto. Lantiz les hace una seña para que se acerquen (un gesto con mucha autoridad, algo se aprende cuando se es presidente del Senado).

-Buenos días... -dice Cameo.

Maciel no es tan amable.

-¿Quién es este tipo? -le dice a su hermana, tratando de lucir amenazador.

-¡No seas malcriado, Maciel! -protesta ella.

La verdad es que no tiene idea de cómo presentarlos, pero Lantis se encarga de eso.

-Es un honor conocerlos -dice, haciendo una reverencia-, mis amigos y yo conocimos a Lucy, Marina y Anaís en este lugar; hoy, dos años después, es la primera vez que conseguimos reunirnos. Mi nombre es Lantiz Guerrero, y ellos son Clef DeVaranis, Paris Príncipe y Ascot Farid.

Confundidos, Maciel y Cameo estrechan las manos de los recién llegados.

-Ellos son dos de mis hermanos, Maciel y Cameo -dice Lucy-. A veces son una molestia, pero los quiero mucho.

-Hay algo que no comprendo -dice Maciel-. ¿Ustedes tres venían tan seguido a esperarlos a ellos?

-¿De dónde sacas semejante idea? -dice Marina-. Nos reunimos aquí porque aquí nos conocimos, ha sido toda una sorpresa encontrarlos aquí hoy.

Los dos hermanos tienen cara de no estar muy convencidos, pero no discuten más. Minutos después, el grupo está a punto de abandonar la Torre de Tokio, con planes de llevar a los cuatro "turistas" a conocer la ciudad, pero otro encuentro inesperado cambia todo.

Clef (que va de la mano de Marina) se detiene en seco al ver a un conocido en la puerta principal. Se trata de un hombre que aparenta entre treinta y cinco a cuarenta y cinco años, cabello blanco y ojos azul claro, lleva lentes y va vestido exactamente igual que Clef (camisa, saco, pantalón y zapatos blancos, la única nota de color es la corbata, justo del mismo tono de azul que sus ojos). El caballero saluda desde lejos con una leve inclinación de cabeza. Clef hace una reverencia.

-Es mi padre -dice entre dientes para poner sobre aviso a los demás.

-Por lo que veo, no tenías intención de reportarte en casa tan pronto como llegaras, algo que nos habría disgustado profundamente a tu madre y a mí -dice el padre de Clef, su voz es severa y sus ojos se van estrechando a medida que contempla al grupo. Cuando su mirada llega a Marina, la voz se vuelve tan fría que los jóvenes sienten bajar la temperatura-. ¿Quién es la dama?

Hay "algo" en su forma de decirlo que hace sentirse a Marina casi tan aterrorizada como en presencia de Deboner; afortunadamente, Clef no le suelta la mano.

-Ya te he hablado de ella. Marina Ryuuzaki, mi padre, Lirel DeVaranis.

-Es un placer conocerlo, señor.

Aparentemente, no es un placer para el señor DeVaranis; cuya actitud no mejora en lo más mínimo mientras Clef presenta al resto del grupo.

-Íbamos a llevar a los muchachos a pasear -dice Lucy sorprendiéndose de su propia audacia-; ¿gusta acompañarnos?

-No, gracias -la voz del caballero sigue por debajo de los cero grados-. Tengo deberes que debo atender en este momento. Y Clef también.

Clef frunce el ceño.

-Adelanté este viaje veinticuatro horas para tener oportunidad de visitar a mis amistades en Tokio...

-¿Vas a discutir conmigo?

-No, señor.

Clef se despide del grupo y da unos pasos hacia su padre; de pronto, se devuelve, se quita el anillo, le da un beso en la mejilla a Marina y le entrega el anillo. Lirel lo fulmina con la mirada, pero no dice nada; se despide del grupo con una inclinación de cabeza (todavía más leve que la primera) y se marcha, Clef lo sigue, unos cuantos pasos atrás, con la misma expresión que si lo llevaran a la guillotina.

-Cuando describió a su papá, pensé que estaba exagerando -dice Paris, rompiendo el silencio-, pero veo que se quedó corto.

-Me pregunto... -dice Ascot, dudando- si también se quedó corto cuando nos advirtió que tuviéramos cuidado con sus hermanos.

-Los nueve clanes son un asunto muy serio -señala Lantiz-, Clef tiene toda la razón de estar nervioso.

El grupo logra dejar finalmente la Torre de Tokio y pasar un buen rato; todos, excepto Marina, se olvidan de Clef y su desagradable pariente por completo durante el resto del día. Ninguno nota un par de figuras que los siguen a todas partes, ocultándose en las esquinas y disimulándose con las personas que van de un lado a otro de la ciudad.

-Parece que todo lo que van a hacer hoy es jugar de turistas -se queja uno de los perseguidores, un muchacho casi idéntico a Clef, pero más alto y con los ojos verdes-. A este paso, no podremos llevarle a Elantra nada que valga la pena.

-Tranquilo -responde el otro-, no es ella sino Isthar quien debe preocuparte. Además, primo, deberías poner más atención: tu querido hermano le dio el anillo a la chica de cabello azul. De eso podemos deducir que no sólo no confía en el mismísimo Lirel DeVaranis, sino que además tiene intenciones de incluir otra vez a simples mortales en nuestro juego. No me habías dicho que Clef tuviera novia... -añade, con aire ofendido.

-Él tampoco me lo había dicho a mí -responde el primero, a la defensiva-. Mamá pondrá el grito en el cielo. ¡Una terrícola! Y no puede tener más de quince o dieciséis años... Sólo Clef se mete en enredos como estos... Pero volvamos a lo importante: ¿Cómo vamos a quitarle el anillo a la tal Marina? Eso, por supuesto, en el caso de que el anillo tenga su fragmento de Prisma.

-Lo tenga o no lo tenga, eso déjamelo a mí. Ninguno de ellos será un problema.

-¿No irás a matarlos, o sí, Radel? Recuerda cómo se puso Clef la última vez.

Radel se encoge de hombros.

-Lo que le pasó a esa chica en Céfiro no fue mi culpa, ella se negó a entregarme aquel fragmento de Prisma. Y tu hermanito se hace más viejo, pero no más inteligente. Si su novia me da problemas...

-Vale. En el peor de los casos, estaríamos haciéndole un favor a ambos.

Las Guerreras Mágicas, sus amigos y los hermanos de Lucy están rumbo a algún lugar donde puedan tomar un refrigerio antes de continuar con el recorrido cuando la empieza a gritar y huir en todas direcciones. Una gigantesca mantis religiosa aparece ante ellos como si brotara de la tierra; junto a eso, un muchacho bastante alto, de cabello azul muy corto y ojos castaños, los observa con una sonrisa burlona en los labios.

-¡Niñas, quédense atrás! -dicen Lantiz, Ascot, Paris, Maciel y Cameo al mismo tiempo.

-Tranquilícense -dice el sujeto de cabello azul, que, como ya habrán adivinado, es Radel-. No quiero problemas.

-¡Perfecto! -dice Paris-. Nosotros tampoco. Llévate a esa monstruosidad y todo el mundo contento...

-Lo haré, lo haré. Pero quiero que tu amiga Marina me entregue primero su fragmento del Prisma de Eternidad.

-¿El qué de qué? -dice Marina, confundida.

-No te hagas la inocente, niñita. Quiero el anillo que te dio Guruclef hace un rato. ¡Y lo quiero ahora!

-¡Sobre mi cadáver! -responde Marina.

-¡Con mucho gusto! ¡ATACA, MANTRA!

La enorme bestia obedece inmediatamente. No hay dónde correr ni cómo esconderse...

Continuará...

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