Un sueño olvidado

 

por  Akiko  y  Daga

 

 

 

CAPÍTULO UNO

 

 

LA LLAMADA DE LOS GUERREROS MÁGICOS

 

 

 

El sol estaba oculto detrás de nubes oscuras, soplaba un viento helado y húmedo, pero no había esperanza de que llegara pronto la lluvia, era sólo oscuridad y viento, y de vez en cuando un rayo añadiendo una luz violácea a la pesadilla que ocurría entre el cielo y la tierra.

Céfiro moría porque su Pilar se negaba a realizar la misión que le había marcado el destino. El ser humano que era al mismo tiempo el máximo hechicero y el alma del planeta pensó que quizá había llegado la hora de morir. A menos que recibiera ayuda de alguien que se negaba a darla.

Y el Vala Céfiro no estaba dispuesto a pedirla.

Guruclef no estaba seguro de qué era más doloroso, la agonía del planeta o la decepción que era aquel joven que permanecía indiferente junto a él.

-Debes hablar con ella -murmuró, sin poder evitar que lo que debiera ser una súplica sonara como una orden.

-No quiero -fue la respuesta- y no puedes obligarme a hacerlo, mago.

-¿Prefieres morir junto con Céfiro? ¡Ve y habla con ella y averigua por qué está actuando de esta manera!

El joven lo miró a los ojos.

-¿Quién eres tú para decirme lo que debo hacer? Tal vez acepte una orden del Vala Céfiro, si él se atreve a ordenarme algo después de lo que me hizo.

¿Así que era por eso? ¿El planeta moriría porque el Vala había dejado de hablarle al joven?

-Tu deber es proteger a este planeta. Debes vivir por y para Céfiro. No puedes jugar con la vida y la muerte del planeta sólo porque te has encaprichado en escuchar la voz de su Espíritu.

Guruclef había hablado con rabia y determinación, soprendiendo al muchacho.

-No es un capricho -protestó débilmente.

-Reconozco un capricho cuando lo veo. Así es como actúan los niños.

Ahora había habido desprecio en la voz del mago, debería haber dado por terminada la conversación entonces, pero ya había montado en cólera y no pudo evitar añadir una última frase que fue como una pedrada.

-No eres digno de Céfiro.

Lo siguiente que vio fue como un estallido de estrellas, el muchacho lo había golpeado. No con todas sus fuerzas, claro, pero sí lo suficiente como para hacerlo callar un buen rato mientras trataba de recuperar el aliento.
Pero había logrado algo, ¿no? El muchacho iba hacia la princesa. Guruclef cerró los ojos resignadamente. No había servido de nada razonar con él y era mejor dejarse matar antes que suplicarle, no había quedado más que provocarlo hasta hacerlo explotar. No podía ser de otra manera, Altea le tomó las manos al joven con la esperanza de que él sintiera que su amor era sincero, sin embargo él se soltó bruscamente y la miró sin comprender aún lo que quería decirle; el joven era muy duro con ella, aunque no parecía poder quitársela de encima,  sus ojos azules se mostraban inexpresivos ante las palabras de la joven princesa y se limitaba a acomodar su cabello de color claro, que era movido por el viento. En eso ella lo dijo, había retado a una persona bastante egoísta a matar su amor, para su pesar, él aceptó sin dudar un momento...

La escena cambió drásticamente, de un día oscuro y frío se pasó a una oscuridad total en la que cada espíritu elemental parecía sucumbir al dolor y la muerte, con excepción de seis que no tenían razón de existir, seis espíritus a los que el Vala no había llamado nunca. Clef pudo ver a seis poderosas figuras sin entender qué era lo que hacían en ese lugar. Repentinamente, Altea creó una bestia con su voluntad, pero Perseo, el genio de las bestias en Céfiro, se adelantó espada en mano e, ignorando la voluntad de su propia guía (no en balde era un genio oscuro), clavó la filosa punta en el corazón de la princesa; las Guerreras Mágicas regresaron a su mundo y los genios a sus templos.

Entonces ocurrió algo malo, el muchacho permanecía suspendido en el aire, en el mismo lugar donde había permanecido contemplando la batalla entre el genio de Altea y sus seis genios, donde había estado sin decir palabra ni demostrar emoción alguna. Lentamente sus ojos se llenaron de lágrimas y con sus  propias manos se quitó la vida, en ese momento el planeta comenzó a derrumbarse sin que Clef pudiera hacer nada al respecto, no había podido salvar a ninguno de los dos, no había podido ayudar a nadie...

Abrió los ojos muy lentamente y agradeció que todo eso fuera un sueño, un extraño sueño. Se levantó sintiéndose aún cansado, con cuidado se dirigió a la ventana y miró con admiración la belleza del jardín del castillo.

Su alcoba estaba ubicada a la altura suficiente como para poder apreciarlo todo con detalle, sintió cómo el viento rozaba su cara y pensó que el día sería perfecto. Al bajar de nuevo la mirada, vio a una persona arrodillada en el jardín, cortando las bellas flores blancas; debido a la distancia, no pudo distinguir de quién se trataba, pero el largo y hermoso cabello negro que lucía regado entre las flores le decía que ya la había visto en otras ocasiones. La joven levantó la vista en su dirección y lo miró con cuidado, se levantó sin preocuparse por su delicada desnudez y extendió una mano para intentar tocar la de Guruclef.

Él no supo la razón pero deseaba tocarla, también extendió la mano y de una forma que no comprendió se vio de pronto frente a ella. Era una joven delgada, con la expresión más tierna que jamás hubiera visto en toda su vida, ni siquiera en las propias Guerreras Mágicas. Una expresión que le recordaba a alguien a quien había apreciado de una manera especial, a pesar de todos sus errores.

-¿Quién eres? -pregunto Guruclef sorprendido, intentando  no fijarse en la blanca piel descubierta.

-La sacerdotisa -respondió la joven con voz quebrada

-¿La sacerdotisa?

-Soy tu sacerdotisa, Vala Céfiro, tú hiciste esto de mí.

Ella tomó su mano y en eso el viento empezó a soplar con fuerza, Guruclef no comprendía lo que estaba ocurriendo, el bello rostro de la joven comenzó a descarnarse hasta mostrar parte de sus huesos y dientes, él intentó soltarse, pero no pudo... ¿qué estaba ocurriendo? Despertó (ahora sí) muy alterado y muy confundido, en su cuarto,... ¿por qué las pesadillas habían regresado?... aunque se trataban  de situaciones totalmente diferentes a las últimas que había tenido, también conseguían llenarlo de angustia. Algo le decía que él ya conocía a la joven de sus sueños, pero no podía recordar cómo ni cuándo, tenía la impresión de que el recuerdo se le escapaba cuando estaba a punto de atraparlo.

La brusquedad de sus movimientos había despertado a Marina.

-¿Clef? ¿Estás bien? ¿Qué ocurre? -preguntó adormilada.

-Un sueño... -murmuró él.

-¿Un sueño? -Marina se sentó, ya completamente alerta. En dos meses más, celebrarían su sexto aniversario de matrimonio, y Marina había tenido tiempo y oportunidad de aprender que los sueños de su esposo solían relacionarse con la realidad del planeta, no eran los sueños de Clef, eran los sueños de Céfiro-. ¿Qué soñaste?

-Em... -Clef titubeó. ¿Cómo explicárselo si él mismo no lo entendía?

-Mami... Papi... -Ariel se asomó a la habitación, hablando con voz lastimera.

-¿Sí, mi princesa? -dijeron Clef y Marina al mismo tiempo.

-Tengo miedo. ¿Puedo quedarme con ustedes?

-Claro... -Clef habló sin pensar. Marina opinaba que la niña debía aprender a superar sus miedos nocturnos sin colarse tan a menudo en la alcoba de sus padres, pero no protestó, pues Ariel ya se había acomodado entre los dos y se había dormido con un suspiro de satisfacción y bien abrazada a su osito de peluche. Luego de lanzarle a Clef una mirada que probablemente significaba algo así como "lo discutiremos en el desayuno", Marina volvió a dormirse.

Clef se quedó inmóvil unos largos minutos, hasta que comprendió que había perdido toda posiblidad de dormir por lo que quedaba de la noche, así que se sentó (esta vez con cuidado de no despertarlas) y pensó en la conveniencia de salir a caminar un rato.

-Papá -susurró Ariel.

-¿Sí? -dijo él en el mismo tono.

-¿Quién era esa señora?

-¿Cuál señora?

-En mi sueño, tú estabas en el jardín y hablabas con una señora. Ella dijo que era sad... sas... sag...

-¿Sacerdotisa?

-Ajá.

-Sólo fue un sueño, mi vida, no significa nada.

Ariel no pareció muy convencida, pero cerró los ojos y siguió durmiendo. Clef se levanto de la cama y se puso su ropa con cuidado para salir al jardín.

Aún no amanecía del todo, el sol apenas comenzaba a llenar todo de luz, las flores aún no mostraban sus colores y las gotas de rocío bañaban los pies de Guruclef, esto le hacía sentir un poco tranquilo. Se arrodilló para recoger una flor cuando se dio cuenta de que no estaba solo.

Levantó la vista con precaución y pudo ver a una joven que lo miraba de una manera extraña. El cabello café lucía corto hasta la barbilla y sus hermosos ojos verdes no se mostraban sorprendidos ni preocupados. La vestimenta de la chica era muy atrevida y le hacía lucir el hermoso cuerpo, que permanecía en una posición tranquila... ella le parecía conocida también, ¿estaría soñando aún?

-No estás soñando... soy real -aseguró ella con paciencia.

Guruclef se levantó ignorando la suavidad de su voz, se acercó con precaución y la miró con curiosidad.

-¿Quién eres tú?

-¿No me recuerdas?... Tal vez es por que he perdido mi figura real... Soy Amar... Señora de la tierra fértil.

-¿Amar?... Eso es imposible... Tú no puedes ser despertada sin el poder de una persona del Mundo Místico.

-Eso creí también, pero de repente abrí los ojos y no vi a nadie que pudiera mostrarme su fuerza de voluntad, pensé que tú podrías explicarme lo que pasa, pero veo que me equivoqué... no te molestaré más, Guruclef –la joven se dio la media vuelta y extendió un brazo con el que llamó a un hermoso caballo café. Montó en él y se dispuso a marcharse.

-¡Espera, Amar!... ¿Qué es lo que ocurre?

-Dímelo cuando lo sepas -ella se marchó ignorando el momento en que le pidió que se quedara.

¿Qué era lo que estaba pasando?, Guruclef comenzó a preocuparse por la visita de Amar, no era una visita cualquiera, se trataba de un genio que había recuperado su forma humana y había despertado sin causa aparente, ¿pero por qué?

Cuando se dio la vuelta para regresar, casi tropieza con Borean. El muchacho estaba soñoliento, pero tenía un no sé qué de preocupación que Clef había visto una o dos veces en los ojos de Marina.

-Aún no es de día, hijo. ¿Qué haces levantado?

-¿Quién era esa mujer?

-Amar, la Señora de la tierra fértil.

-No me refiero a ella, sino a la otra.

-¿¿¿La otra???

Borean se frotó los ojos, no se había despertado del todo y razonaba como si estuviera todavía dentro de lo último que había soñado.

-Estaba dormido y te vi aquí, hablando con una mujer -la mirada de Borean cambió de preocupada a acusadora-. A mamá no le hubiera gustado verla.

Clef se sonrojó. El cielo del amanecer se volvió anormalmente rojo por unos instantes.

-Vuelve a la cama, Borean. Tú hermana, tú y yo tendremos que buscar un día de estos alguna manera de que nuestros sueños no se mezclen...

Borean obedeció; cuando despertara nuevamente, ya se habría olvidado de todo. Era extraño que Clef no lo hubiera sentido llegar. Él era el Espíritu de Céfiro y siempre sabía exactamente dónde estaban sus hijos... Borean y Ariel, los gemelos que no se parecían entre sí ni a nadie más... Habían heredado el color del cabello de Clef y algunas veces hacían o decían algo que recordaba a Marina, pero hasta ahí. Nunca dejaban de sorprenderle y Clef los amaba casi con desesperación, una parte de él vivía en permanente angustia por el temor de cometer con ellos los mismos errores... ¿"los mismos errores"? Ahí estaba de nuevo ese recuerdo que luchaba por subir a la superficie, pero no lo lograba del todo y luego desaparecía... Los  mismos errores que con Zagato y Lisand, pensó al final. Oficialmente, ambos lo habían perdonado, pero Zagato no quería regresar a Céfiro y Lisand de vez en cuando conseguía hacerlo sentir culpable por cosas que no podían remediarse.

Si tan sólo pudiera hablar con alguien que comprendiera sus problemas, tal vez Eurus, el Vala de Autosan...

Como si ese pensamiento fuera la señal que Eurus hubiera estado esperando, la mente del Espíritu de Autosan entró en contacto con la de Clef. Cuando la comunicación terminó, Clef cayó de rodillas, sobre la hierba empapada de rocío, mareado y con un terrible dolor de cabeza. El cielo se llenó de nubarrones negros, arruinando lo que iba a ser un día perfecto. Durante los últimos años, Clef se había esforzado por evitar que su estado de ánimo se reflejara en el clima, pero esta vez no pudo evitarlo... era demasiado... tan pronto como se recuperara de la experiencia (ahora se daba cuenta de que no era una buena idea hablar con otro Vala mientras tenía forma humana), debería reunir al Consejo de los Siete. Era preciso convocar a unas nuevas Guerreras Mágicas.

*** 

Vadalhub comenzo a mirar sin interés toda la ciudad sin entender qué era lo que hacía en ese lugar, no cabía duda que la vista era impresionante, pero él no tenía humor para andar ahí, menos si había roto con su novia de esa manera. Unas niñas pasaron por su lado corriendo y él  las miro con cuidado, se sonrojó y pensó que había cosas interesantes después de todo, pero no era  a las niñas a quien miraba con tanta atención, sino a una joven como de su edad que permanecía mirando hacia a la cuidad con un notable interés, además de que parecía estar realmente divertida.

¿Acercarse o no acercarse?, con cuidado fue caminando hacia la joven con las manos metidas en las bolsas del pantalón, entonces fue pensando en cómo hablarle, "Hola... te he visto desde hace rato y creo que eres muy linda..." no, eso no... "Hola... Qué interesante es la ciudad, ¿no?"... bastante tonto... "Hola, soy el chico de tus sueños"... ¡más que tonto!...

-Hola... ¿me puedes ayudar?

Vadalhub levantó la mirada lentamente e intentó detenerse, pero no lo logró a tiempo y se tropezó con la chica, cayendo sobre ella.

-Y.. yo lo siento- él se levantó con rapidez y extendió la mano para ayudarla a levantarse.

-No importa... ¿podrías ayudarme?

-¡Claro!.. sólo dime para que soy bueno.

-Bueno... es que quería ver si.....

-Sólo dilo, yo puedo ayudarte.

-Quería ver si puedes prestarme un poco de dinero, es que me gasté todo aquí...

¿Una chica muy linda se había acercado sólo para pedirle un poco de dinero prestado?, Vadalhub se rascó la cabeza mientras buscaba en sus bolsillos, encontrando sólo una agujero de un tamaño considerable, una gota de sudor resbaló por su cara acompañada de muchas más cuando revisó su otra bolsa, encontrándola vacía, ¡no tenía dinero!

-Ah... jajaja... ¿eh?... este.... yo....

-¿Qué te ocurre?

-Yo puedo prestarte – una joven como de 15 años se acercó con unas monedas en su mano.

-Oh, gracias...

¿Quién era esa niña?, era muy linda también, tenía el cabello completamente rubio con unos hermosos ojos azules, además parecía tener muy buen cuerpo.

-¿Qué me ves?

Vadalhub levantó la vista hacia la joven rubia y se sonrojó.

-¿Yo?... Nada... no veo nada... jajajaja...

-Mmmm... eres muy extraño... no tienes dinero ni para tu novia.

El chico miró con cuidado a la joven y notó que estaba roja totalmente, en verdad era linda, tenia el cabello largo, hasta la cintura, de un color castaño (tirando a café) al igual que sus ojos y también parecía tener un buen cuerpo, un bello y bien formado cuerpo a comparación de la rubia. Prácticamente estaba babeando cuando notó una luz muy intensa en el cielo.

Cerca de ahí, había otro pequeño grupo.

-Bueno, descríbanme Tokio -exclamó Angélica, una joven de cabello azul, mientras doblaba su bastón blanco y lo guardaba en su bolso.

-¿Sabían que la Torre de Tokio no es una réplica de la Torre Eiffel? -dijo Marcela, una chica de cabello verde, un poco mayor que Angélica y que llevaba la guía turística en la mano, más bien como si se tratara de un arma.

-¿Ah, no? -dijo Valeria, más joven que las otras dos, de cabello negro, y sin poner mucho interés.

-Es más alta que la Torre Eiffel...

-Chi-chicas... -dijo Armando, un muchacho mayor que Marcela y también de cabello verde.

-¿Qué fue?

-Mi-mi-miren... allá...

En el oeste había una magnífica puesta de sol, pero Armando estaba señalando hacia el este, allí también había otra luz, como un segundo sol, y de repente, esa luz llenó el cielo.

-¿Qué es eso?- la joven rubia se colocó una mano en la frente por el resplandor.

Angélica abrió mucho los ojos, no veía, pero sí podía sentir algo extraño.

-¿Qué es lo que... –empezó a decir la chica rubia.

No supo en qué momento el suelo se derrumbó, de repente estaba sin apoyo alguno y, como era de esperarse, la ley de la gravedad se aplicaba de nuevo.

-... pasa?

-¡¡MAMÁAAAAAAAAAAAAA!! -gritó Vadalhub.

-¡Cállate estúpido, me pones nerviosa!

-¿Eh?

Vadalhub no era el único que caía, también era esa niña rubia y la bella joven morena. Y otros cuatro que no había notado antes... ¿Qué era lo que pasaba?... ¿Quién iba a evitar que se mataran?... ¿Por qué demonios se hacía preguntas estúpidas mientras miraba con lagrimones en los ojos la rápida manera en que bajaba?

-¡VAMOS A MATARNOS!

-¡Cállate!

-¡MALDICIÓN, VAMOS A MATARNOS!

Iba a gritar de nuevo, pero notó que ya no caían, al bajar la mirada notó que estaban sobre algo, lleno de polen o algo parecido.

-Es... es......

-Una flor gigante...

-¿Qué demonios hace una flor gigante en el aire?

-No sé por qué, pero de momento me parece más interesante saber por qué la torre desapareció de repente.

-Ci-ci-cielos... -Armando señaló algo parecido a un enorme pez (siempre y cuando un pez gigantesco pudiera volar), que se alejaba de ellos, al parecer, se había asustado por la flor.

-No parece ser Tokio –la joven morena miraba con interés. Ciertamente era un lugar extraño, el paisaje era hermoso y podia verse miles de bellas montañas, incluso una que otra flotando en el aire, una locura, pero eso vio.

El tallo de la flor se redujo de tamaño hasta que los siete jóvenes estuvieron en tierra firme, se encontraban en un bosque muy lindo y notaron la presencia de alguien.

-A ver, ¿qué fue lo que cayó del cielo? -Amar se levanto y miró con curiosidad-. ¿Qué son ustedes?... No parecen humanos...

-¿Cómo te atreves a decir eso?... sólo tenemos un poco de polen –la joven rubia se terminó de levantar, enojada por el comentario.

-¿Un poco?... Creí que eran parte del polen... ji ji ji ji...

-¿Quién demonios eres  tú? -la rubia comenzaba a perder la paciencia.

-Bueno... soy la persona que les salvó la vida... sin mi flor ustedes se hubieran matado del golpe... en vez de agredirme deberían darme las gracias por alcanzar a verlas desde la tierra...

-¿Tú nos salvaste? –preguntaron a la vez.

-Así es... aunque no estaba segura de por qué unas niñas iban a caer del cielo...

-Por si no lo notas, yo soy un chico –Vadalhub frunció el ceño. Armando no se unió a la protesta porque estaba demasiado ocupado tratando de escupir el polen que le había llenado la boca.

-Sí, claro. ¿Cómo se llaman?

-Mi nombre es Nadezhna -dijo la joven morena al ver que nadie hablaba-. Tengo 18 años... Pueden llamarme Nazhna.

-¡Jmmm!... Yo soy Selene, tengo 15 años... A mí deben llamarme sólo Selene.

-Y yo... Soy el guapo Vadalhub, tengo 19 años... pero pueden llamarme Vadal.

-Mi nombre es Marcela, tengo 17 años.

-Y-yo s-s-soy...

-Él es mi hermano Armando, tiene 19 años -intervino Marcela. Armando la fulminó con la mirada.

-Yo soy Angélica, soy prima de Armando y Marcela, tengo 16 años.

-Y yo me llamo Valeria, tengo 13 años. Mis padres me dicen "Val", pero después de oír a Vadalhub, prefiero que me llamen Valeria.

-Ja ja ja ja ja ja.... Qué nombres tan ridículos...

-¿Qué tienen de malo nuestros nombres? –Selene se acercó a la joven-. En  todo caso, dinos el tuyo.

-Yo soy Amar...

-No debí preguntar -murmuró Selene con una extraña expresión.

-¿Tú eres Amar? -se escuchó la voz de alguien más...  Un hombre salto desde un árbol y se presentó ante los chicos,  su expresión era de triunfo y cierta maldad... Sonrió al ver a Amar, notando que ella aún no sabía qué estaba pasando.

-Amar... ¿Eres la Señora de la tierra fértil, la única que puede hacer crecer la vegetación en Céfiro?

-Sí.

Amar entrecerró los ojos y ladeó un poco la cabeza, después miro a los jóvenes que acababa de salvar y frunció un poco el ceño.

-¿Quién eres tú?

-Je je je... Soy la persona que se encargará de eliminarte...

Amar se acercó a los jóvenes y tendió una mano para que la tocaran. Ellos aún no entendían, pero tomaron su mano. Después de decir un hechizo, los rodeó una nube de pétalos y desaparecieron del lugar.

***

Guruclef frunció el ceño, Fyula estaba tardando demasiado en volver con las nuevas Guerreras Mágicas y él de repente no tenía deseos de estar solo, la soledad lo hacía pensar en esos sueños extraños que estaba teniendo últimamente. Y en Eurus.

Había sido uno de sus mejores amigos hacía una eternidad y, aunque no se arrepentía de sus decisiones, las memorias del Coro de los Ainur le resultaban dolorosas ahora que formaba parte del universo material... y solían desembocar en Notus y Melkor, en la batalla por cerrar la puerta de la Prisión Estelar, en esas extrañas lagunas que había en su memoria y que no existirían si él mismo no las hubiera creado con algún propósito, y finalmente sus pensamientos volvían hacia las pesadillas. ¿Tendrían algo que ver con lo que no podía (o no se permitía) recordar?

Otra vez la imagen de la muerte de Altea pasó frente a sus ojos como un relámpago lleno de dolor. Ella había sido el segundo Pilar, el segundo fracaso... ¿o era el tercer fracaso? Contrario a lo que puediera parecer, entre los cientos de Pilares que había tenido Céfiro, muy pocas veces se había visto en la necesidad de convocar a alguna guerrera que pusiera fin a una vida, pero los primeros Pilares habían sido tan difíciles... Y la muerte de Altea le había dolido incluso más que la del primer Pilar... ¿cuál era su nombre?...

“Mirai” Fue como si una voz le hablara al oído, recordándole un nombre que no había dicho en siglos. No pudo evitar estremecerse, porque había recordado el nombre de Mirai como si lo hubiera pronunciado Altea. Si tan sólo Fyula se apresurara un poco, para que pudiera concentrarse en otras cosas.

Después de muchos momentos difíciles, había llegado a la conclusión de que era mejor esperar a las Guerreras Mágicas fuera del castillo, para muchas había sido un asunto realmente duro pasar de los cielos abiertos de Céfiro a un espacio cerrado, por muy amplio que fuera el salón donde las recibiera. Y ahí estaba él, a la sombra de un árbol, esperando el regreso de su heraldo y dando vueltas a pensamientos que no conducían a ninguna parte...

-Ja ja ja ja ja... Hice que ese tonto de Hetmar mordiera el polvo...

Guruclef ladeó la cabeza y descubrió que Amar había regresado, pero no lo hacía sola, con ella estaban siete jóvenes a quienes no reconoció, pero se dio cuenta (por la forma en que vestían) que los siete desconocidos venían de otro mundo.

-¿Amar? ¿Qué significa esto?

-Me encontré a estas niñas y a estos niños cayendo desde el cielo, el príncipe Hetmar quiso atacarme pero logramos escapar con éxito.

Guruclef sólo miró, no dijo nada, pero, por la expresión que Selene pudo ver, parecía estar asustado. ¿Hetmar? ¿Hetmar había vuelto? Otro nombre del pasado que golpeaba de repente su memoria. Hetmar había estado a punto de vencerlo...

-¿Qué significa todo esto? -Vadalhub comenzaba a perder la paciencia. Se acercó a Guruclef, al ver que él parecía ser el jefe o algo parecido y después miró de nuevo a Amar, quien no dejaba de sonreír celebrando su victoria-. ¿Qué lugar es este?

-No me digan que no saben dónde están –Amar los miró confundida-. Esto es Céfiro, niños...

-¿Céfiro? ¿Eso con qué se come? ¿Hace daño? –Selene estaba muy confundida.

-Parece que se refieren a otro mundo -Nadezhna era quien comprendía más la situación.

-¿Otro mundo?.. No sueñes, preciosa, esto debe ser algo así como... como... ¡Ahhhhhh! ¡No es posible que estemos en otro mundo, eso no es lógico!

-¿Mmmm?... por supuesto que no es lógico... -dijo Nadezhna.

Angélica estaba al borde de las lágrimas.

-Chicos, ustedes se están burlando de mí. Es una crueldad de su parte burlarse así de alguien que no puede defenderse.

Gurclef se quedó mirándola a los ojos.

-Por Dios -dijo, consternado-, esta niña está ciega...

-¡Por supuesto que está ciega!! -aulló Armando, que sólo dejaba de tartamudear en las raras ocasiones en que se enfurecía-. ¿¿Qué, nunca había visto a una invidente??

-Lo lamento, no fue mi intención ofender. Pero tienes razón, pocas veces he visto a alguien que estuviese ciego... y la última vez fue hace como trescientos años...

Armando comparó su estatura y complexión con la de Clef, calculando cómo lanzar el primer golpe... hasta que se dio cuenta de que aquel sujeto estaba hablando con toda sinceridad. Eso lo dejó anonadado y preguntándose si la extraña construcción que se alzaba a espaldas de Guruclef podría ser un manicomio modernista o algo por el estilo, a lo mejor esos dos acababan de escaparse de ahí... si se ponían violentos, tal vez entre Vadalhub y él pudieran dominarlos mientras llegaban los enfermeros...

-¿Provienen de Faren, Autosan o Cizeta? -Amar se acercó con precaución.

Clef no dijo nada, pero ya temía saber la procedencia de esos chicos.

-Aceptando la posibilidad de haber viajado a otro planeta, nosotros procedemos de la Tierra -Nadezhna habló con mucha calma.

Amar se quedó callada al entender la situación, frunció el ceño y miró sus propias manos, ella ya no era el genio que debería cumplir con su misión, ¿qué demonios hacían las Guerreras restantes en ese lugar si la Señora de la tierra fértil no estaba preparada? Miró con cuidado al chico llamado Vadalhub y entendió que él debería ser su guía, pero... ¿Quién había llamado a esos guerreros, si el propio Espíritu de Céfiro no daba señales de haberlo hecho? Y si lo había hecho Guruclef, ¿por qué ahora que sus genios habían perdido su figura?, simplemente no comprendía...

Enojada, se dio la vuelta y comenzó a caminar.

-Amar, espera -Clef estaba tan confundido como ella.

-Encárgate de estos individuos, yo tengo cosas más importantes que hacer.

¿Individuos? Los siete jóvenes se miraron entre ellos (bueno, exceptuando a Angélica). ¿Por qué parecía que su presencia no era grata?

-¡Espera, Amar!, te necesito en el castillo -dijo Clef, con un tono que quería ser autoritario y más bien sonaba como una súplica.

-Déjala ir, Clef -una bella mujer de cabello azul salió del castillo y se acercó a ellos, mirando con curiosidad a los nuevos visitantes. Detrás de ella salieron otras dos jóvenes, una de hermoso cabello rojo y la otra con el pelo castaño.

-Fyula volvió solo, Guruclef -señaló Anaís-, temíamos que le hubiera ocurrido algo a las nuevas Guerreras Mágicas, o que tú... ejem, que el Espíritu de Céfiro no hubiera tenido suficiente poder como para convocarlas él solo.

"Ah, no... eso no..." contestó una voz que parecía venir de todas partes y de ninguna al mismo tiempo, una voz cálida y suave que traía a la memoria recuerdos de días soleados; los recién llegados se sobresaltaron al principio, pero, por alguna extraña razón, pronto se sintieron tranquilos y cómodos "Mi poder es suficiente, una vez contando con la aprobación de todo el Consejo y... em... parece que fue mucho más que suficiente... Yo convoqué a cuatro niñas... y llegaron siete..."

-¡¡Y dale con lo de "niñas"!! -exclamó Vadal-. ¡¡¡Qué no ven que dos somos hombres!!!

Clef lo miró sobresaltado, como si acabara de darse cuenta de ese detalle.

-Uh,... ¡Eso sí que no me lo esperaba!

*** 

Muy lejos de ahí, en un planeta con una órbita más alejada del sol, la Computadora Central puso en movimiento algunas chispas de energía. No suponía un gran gasto para el sistema que sostenía cada detalle en todo un planeta, o más bien, no debería suponerlo, pero la Computadora no dejaba de tener en cuenta el hecho de que las reservas de energía disminuían en lugar de aumentar. Así, pues, el hecho de desperdiciar unas pocas unidades en comunicarse con Falcon sólo podía resultar aceptable en graves emergencias; era preferible esperar a que la unidad orgánica Falcon se comunicara con ella valiéndose de sus propios recursos energéticos, pero aún así envió el mensaje.

Éste constaba de sólo dos palabras:

"Te esperan"

continuará...

 

Notas de las autoras:

Daga: ¡¡Hola!! A partir de este capítulo, la aventura en solitario de Daga, se convierte en una labor de equipo. Por favor, un aplauso para Mónica, que ha aportado ideas fantásticas desde el capítulo cinco de la primera parte y ahora se estrena como escritora. Creación y propiedad suya son los personajes Lanis, el chico misterioso 0_~, Amar, Hetmar, Vadalhub, Selene y Nadezhna . Una vez más, bienvenida, Mónica, y muchas gracias por estar aquí.

Mónica, mejor conocida como... ajum... Akiko: .......Hola, ya metí mi cuchara en esta historia, pero no van a negar que es realmente interesante, bueno, mis personajes casi no tienen relación, por lo que trabajamos juntas con la esperanza de sacar algo bueno, parace que hay buenos resultados.

Quiero agradecer a Daisy por dejarme participar...

No se pierdan ningún capitulo, por que esto se va a poner bueno.

Comentarios, sugerencias y tomatazos, pueden enviarlos a akiko@correoweb.com  y  daga23@hotmail.com